Cuando me vio llorando, me pidió que lo dejara de hacer, mi yo internamente me pedía consuelo y también aguardaba esa esperanza que luchó por tantos meses, no vino esa respuesta y aceptó mi despedida.
Nada dolía como su indiferencia o su manera tácita de actuar, sabía que hacer y sabía que pasaría, pero estaba ahí, seguía ahí, contenía todo lo que pudiera, esperaba tranquila y paciente el día, dolía, no sé cuánto, pero dolía tanto que podía dormir con lágrimas en los ojos, se me hinchaban y no podía parar, me vestía de paciencia y de sonrisas aunque mis ojos frenaban mi sonrisa, me mentía a mí misma, felicitaba mis tiempos y mis idas y venidas.
Sabía como eran las cosas, comprendía que su amor no era para mí, pero ahí estaba empecinada en ganarme un corazón, que nunca sería mío, porque aunque luché incansablemente, no lo logré, me di cuenta pero me cegué.
Me conformé con horas, tiempos, espacios, me conformé y ahí me fallé a mí misma, uno de esos días caóticos me di cuenta que no lo merecía, que mi yo interno me decía lo mismo y es ahí cuando dejé de sentir tanto, era un trabajo arduo porque no podía dejar de amar de la noche a la mañana, era un camino largo quizás.
Me evoqué a otras cosas y con el tiempo, ese que es el mejor amigo de aquella persona que quiere olvidar, me ayudó, reservé tiempo para mí y aprendí a ser feliz, deshojando cada recuerdo, fue así, aprendí a no sentir cuando lo veía, me sentía mejor, aceptaba mi pérdida y eso me ayudaba.
Me di cuenta que no importaba cuánto lo podía haber amado, a él le daba igual si me quedaba o me iba, no importaba si lo dejaba, él se había acostumbrado a esa soledad, esa practicidad de dejar de lado a las personas no va conmigo y no podía verlo tan fácil, pero lo había logrado, me fui, no sé si le dolió, lo que sé es que estoy bien y aunque dolió tanto o más de lo que él imaginó, estoy bien, salí victoriosa.
Aunque nadie lo crea, no me arrepiento, encontré el amor con él y no importa cuánto haya dolido, él para mí siempre valió la pena, no sé si fue el mismo sentimiento, no sé si me amó o no, lo dudo realmente, pero sé que fui feliz, y sé que él también fue feliz conmigo inciertamente quizás, pero estuve ahí cuando más me necesitó y fui su apoyo, le veo eso positivismo a todo lo malo que me pasó, porque haciendo un balance no fue tan malo, alguien tenía que perder y fui yo.
Yo lo amé, no importa si no me amó, solo sé que estuvo bien, porque yo lo entregué todo, yo si luché y eso es de valientes.
Sigo pensando que llegará aquel príncipe, no sé si azul, verde o blanco, sé que el destino me puso en sus manos para aprender y tal vez me enseñó más de lo que imaginó.
Te amé y no me arrepiento.
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