lunes, 2 de enero de 2017

Anthony

El llanto no cesaba, acariciaba su piel, las lágrimas desbordaban su rostro y su alma, le dolía, no podía parar, se había ido, la dejó, siempre le dijo que se quedaría o que de una u otra manera estaría cerca, pero esta vez no pudo cumplir su promesa, se fue, no pudo quedarse, no había remedio.

Me sentía sola, destrozada, se acercaban a abrazarme, no sentía nada, solo lloraba, ingresé en un coma mental, no sabía que hacer, bloqueé mis pensamientos, no quería ver a nadie, pero cuando pasa algo todos quieren estar ahí, me sentía abrumada, internamente quería estar sola, pero lo buscaba, con la mirada, con mi llanto, abrazaba su único recuerdo.

Me acerqué, ya era hora, tenía que despedirme y no podía, me afligía el dolor, me dolía demasiado, me duele aún, pero en distinta manera, quizás ahora duele menos, no lo sé bien. Me extienden la mano y me dicen: "Acércate, aquí está", nunca había sentido tanto dolor como el que me rompía ese mismo día, tenía el corazón roto, la mente en otro lado, quería despertar, pensaba que era un sueño, pero él estaba ahí y yo no estaba a su lado, él, él me había dejado sola.

Lo vi lentamente, el golpe fue brusco, me sentí desvanecer, pero tenía que despedirme, tenía que decirle que me hizo feliz, que fue mi mejor amigo, no comprendía nada, escuchaba por todos lados "Dios lo ha llamado, tranquila" yo nunca pensé que algo así doliera tanto, lo veía cerca y también sentía que su luz siempre estaría conmigo, así ha sido, lo abracé mentalmente y me despedí con el alma en otro lado.

Siempre ha estado conmigo, quizás si él estuviera no habría cometido algunos errores, quizás mi tiempo estaría para él, quizás...

No importa, estoy segura que me sigue viendo con esos ojos llenos de luz, aunque sigue doliendo sé que el no sufre, y eso me hace feliz, sé que él está bien. Espérame, no me olvides.

Gracias por haberme querido tanto.

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