Hoy quiero escribir de ti, podría empezar con el color de tu piel o mi fascinación por tus manos, pero recordaré que existen lugares con recuerdos hermosos, así también son los momentos, las personas, los días, los mensajes, tanta información por acumular y un solo corazón, era un jueves de diciembre, después de tantos lunes de enero que quizás guardaba la esperanza que llegaras con algo en las manos, que me sorprendieras diciendo que habías traído algo para mí, chiquito como lo había pedido con uno que otro detalle, porque lo pedí, yo te dije quiero esto para sellar este inmenso amor, no me importaba si se veía mal, yo lo podía comprar, pero quería que venga de ti, la espera ya había terminado.
Unos días antes me dijiste, hay que vernos, tengo una sorpresa para ti, yo también tenía sorpresas acumuladas, no solo las materiales, quería verte, abrazarte, no soltarte, casi siempre lo que planeo hacer cuando te veo, poder verte y grabar cada pequeño detalle.
No nos veíamos seguido, el amor se había convertido en acompañamiento externo en comprensión en palabras de aliento, todo si era para ti estaba bien, quizás sigue estando bien, no sabía que podía ser exactamente, pero todo lo que podría haber venido de ti ya era razón de emoción, vino lo que había esperado tanto, estaba en tus manos, me entregaste lo que sellaba tanto tiempo a tu lado, me diste felicidad sin quizás tener idea de cuánto significaba para mí, quizás algún día nos olvidemos, pero ahí seguirá presente en fotos, en momentos, en caricias, quizás nunca lo deje de lado, quizás siempre esté conmigo - eso quiero - es parte de lo mágico que he vivido a tu lado.
Quizás nunca, nadie entienda mi amor, devoción, mi mayor admiración, quizás nada de esto haya sido justo, pero los dos sabemos que fue verdad.
Gracias.
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