Todos los días cuando salía el sol, sentía que golpeaba mi cara con una luz pequeña que me decía: "ríndete" el corazón también me saltaba y ya no podía continuar, de verdad quería rendirme, pero no siempre fue así.
Siempre traté de ser muy aplicada en la escuela y en la universidad, fue ahí donde lo conocí, maldito trabajo de historia que me dio pie para ir a la biblioteca, estaba ahí, yo hablaba con la encargada porque no conseguía un libro que quería y me habían dicho que era pieza fundamental para encontrar mucha información, siempre he preferido los libros antes que el internet, cuando volteé con el libro en la mano, él me quedó mirando, nunca había sentido tanta fuerza en una mirada, desde ahí me manipuló y no me di cuenta, lo saludé con la cabeza porque llevábamos algunas clases juntos y siempre he tratado de ser muy cordial, él volteó sin darme respuesta, me fui.
No lo volví a ver en otras clases, él había sufrido un accidente y se había retirado de ese ciclo, me dio nostalgia pensar que algo le había pasado, no porque sintiera algo por él, solo me dio pena. Lo volví a ver.
Verano
Era de tarde y salí con unas amigas, estaba comprando unos helados cuando sentí que una mano invadía mi hombro, volteé enojada y era él, me quería saludar, me contó lo que le había pasado y se nos fue el tiempo, generé esa mágica conexión con alguien que no conocía, intercambiamos números y hablábamos, me olvidé de mis amigas, ya esa debió de haber sido una razón para darme cuenta lo invasivo que era, pero no fue así, yo estaba "enamorada" "omnubilada" quizás y no comprendía, hablábamos día, tarde y noche, sabía qué hacía, nos matriculamos juntos en todos los cursos, a ambos nos faltaban dos años para acabar la carrera. La terminamos juntos
Viajamos mucho por todo el país, nuestro primer viaje al extranjero fue a un intercambio, esa es una anécdota llena de celos y los primeros golpes que normalicé tiempo después, le comenté que iría a Madrid a estudiar todo un ciclo porque quería conocer otra cultura y era importante para mi crecimiento personal, ya mi yo de adentro me pedía escuchar un "está bien" "anda sola", llegó con la loca idea de ir juntos, cuando ambos estábamos en especialidades distintas, lo aguanté 6 meses, porque era aguante.
No salí en mi estadía en Madrid si no era con él, no tenía amigos, no conocí lugares si no era juntos, pero él fue "mi primer amor" y yo sentía en ese entonces que estaba bien, que era normal, que no debía de qué preocuparme.
La fiesta
En Madrid al finalizar el ciclo, el único amigo que pude encontrar me comentó de una fiesta de cierre a la que iban todos, yo quería ir, pero se lo comenté, él me dijo que no, que era peligroso y que él no quería, le dije que sí iría, que yo quería y que después de haber estudiado tanto lo merecía, me cogió del brazo derecho primero, me estiró la cara y me golpeó tan fuerte contra la puerta que de lo demás no me acuerdo.
Me pidió perdón tantas veces que ya no pude contarlas, regresé a Perú con el alma rota y una familia que me esperaba con globos y pancartas en el aeropuerto, ahí nosotros teníamos un año y algunos meses de relación, a mis papás les caía bien, entonces sentía que les fallaría si les contaba que alguien me había golpeado, cuando bajé del avión corrí desesperada por mis maletas, en mi país ya me sentía segura, busqué a mis papás y los abracé tanto que hasta dolió, me quedé con mi mamá como unos cinco minutos y no podía dejar de llorar, le mentí diciéndole que "la extrañé demasiado" me miró con ese corazón cándido que tiene y con dudas si le mentía, no le comenté a nadie.
El Regreso
En mis cortas vacaciones no quise verlo, sentía que no me dejaba respirar, me llamaba unas veinte veces al día, el tema me cansaba demasiado pero no tenía la fuerza para contárselo o pedirle que me dejara en paz, me escribía por todos los lugares posibles, hasta que fue a mi casa con flores para dar la bienvenida al nuevo periodo en la universidad, ya estábamos en el último ciclo y sentía que respiraba un poco porque no estábamos en los mismos salones pero sí tenía que soportar verlo, todo el amor que sentía se había convertido en rechazo, regresé con él porque no tenía de otra (eso creía) no toleraba que me tocara, pero lo dejaba, no quería que me recogiera todos los días de trabajo pero él se tomaba la atribución de ir por mí siempre, así pasaron otros cuatro meses de tediosa espera y yo seguía de su mano porque no encontraba la valentía de poder irme, de decirle que no lo aguantaba, que lo odiaba pero que también lo quería, no me pregunten sobre cómo me pasó eso, porque nadie lo imaginaba, nadie creía que él podía maltratarme, y sí lo hacía y yo lo permitía.
El amigo
No aguantaba mi vida social, es más no la tenía, todos pensaban que era creída y yo me moría por tener amigos, no podía tenerlos porque siempre me decía que estaba mal, yo no dejé de ser la más aplicada de la clase, pero ahí viene la incongruencia de mi vida, le permití a él decidir por mi vida.
Desde nuestro regreso de Madrid no me golpeó más, pero dominaba mi vida con su mirada, sabía que debía de hacer y cuándo pedir perdón si es que era necesario.
Dos semanas de iniciado el ciclo, sus papás deciden realizar un viaje y se tenía que ausentar por unos cuatro días, yo no podía con la alegría, porque sentía que estaría libre, ese fin de semana que no estuvo salí con una de las pocas amigas que tenía, fuimos a un bar y regresé tan feliz a casa que se me había olvidado que él tenía regreso, como no quería que me llame, dejé mi celular y a mi regreso vi unos cien mensajes y la misma cantidad de llamadas, tanta era mi felicidad que sentía que no quería que nada arruine ese momento, fui a dormir y al día siguiente estaba en mi casa, me asusté horrible porque no sabía que decirle, pero fui valiente, le dije que no quería hablar (no sé de qué valentía hablo).
Esa misma noche, conocí a Alonso, un chico de la facultad, nunca lo había visto, pero tenía la sonrisa más linda y hablamos toda la noche en el bar, era amigo de Ana Lucía, mi única amiga en toda la carrera, él se había encargado de dejarme sola y vulnerable, pero ella nunca se había ido.
Yo solo le dije mi nombre, nada más, porque a mí me revisaban el celular y siempre estuve muy nerviosa por alguna reacción, ya no habían golpes pero sí tenía mucho miedo de que pueda volver a golpearme y ya no saber como explicarle a mis padres lo que pasaba.
No pasó mucho tiempo y Alonso me escribió, estaba entre nerviosa, asustada y emocionada de que me escribiera, no sabía que hacer, pero le respondí, hace mucho no sentía esas mariposas en el estómago,y así fluyó todo, entre risas y un poco de conversación, hablaba con él todos los días, llamadas, textos, todo tenía que borrarlo, pero a ciertas cosas les daba captura y me las mandaba al correo para leerlas cuando podía sentirme triste.
Así pasaron unos 3 meses, y yo no sabía que él tenía la clave de mi correo, vio todas las capturas y nunca lo había visto tan molesto, a no ser en esa oportunidad en Madrid, estaba como loco, me asusté cuando me encerró en su carro, me llevó a su casa porque estaba sola, me arrastró para entrar, recuerdo como empezó todo, primero cogió mi cara, me levantó tan alto que dejé de verlo, cerré los ojos pidiendo morirme, así se acababa todo, qué mal podía haber llegado a estar.
Me estaba pateando cuando su hermana entró, tenía la cara completamente desfigurada, su hermana le gritó para que parara y él no se detuvo, pisó mi mano, pero no sé de donde pude sacar fuerzas, me levanté y llena de sangre fui hasta la puerta, grité tanto que una de sus vecinas salió a socorrerme, tenía el cabello todo enredado, la sangre no paraba, había roto ocho costillas, me había reventado literalemente la boca, me había pateado tanto las piernas que no sabía como estaba de pie, me miraba llorando pidiendo que no lo denuncie, lo denuncié.
Después de todo
Tantas cicatrices que tenía, tanta sangre que vi, solo quería morirme, Alonso me había ido a ver, salí en las noticias, en periódicos, mis papás estaban conmigo, yo solo lloraba, ni siquiera podía hablar, estaba avergonzada, pero de mí, de haber permitido tanto abuso, quería morirme por soportar un puñete, una patada, por cada insulto, por todas las veces que me prohibió salir, por los momentos tan anulados, porque pensé que nadie más podría haberme querido, me convertí en un títere, hacía lo que él quería, no disfrutaba el sexo con él, tampoco estar con él, todo era compromiso, pero ¿qué compromiso? no tenía ni puta idea de lo que sentía, pero seguía con él, estaba mal, no pedí ayuda porque como iba a hacerlo ¿qué vergüenza no? como alguien como yo diría que su novio el perfecto le pellizcaba cada que hablaba de más, o le jalaba el cabello, porque él me "corregía".
Verlo era una tortura, lo tuve que ver en la fiscalía, con los jueces, lo denunciaron por intento de feminicidio, arruiné su vida (pensé) me echaba la culpa de que sufra y no pensaba en mi sufrimiento, me llevaron a terapia, un año entre idas y venidas, pude recuperar algo de confianza, pero siempre estaba nerviosa, no podía mirar a nadie a los ojos, empecé a vomitar la comida, sentía que no quería vivir, pero como un rayo de sol vi a mi papá tan preocupado, recordé el primer puñetazo que me dio y pensé en el hombre que me cuidaba, él nunca me hizo daño ¿cuánto le fallé? a mi papá, porqué le hacía eso, si yo merecía mucho más, había bajado 17 kilos de peso, estaba con un trastorno, no podía más, quise decirle algo a mi papá, pero no lo hice, solo vi y le pedí que me abrazara, lo hizo, tenía 22 y me cuidaba como una niña.
Con amor
Me recuperé, ya quería vivir, no quiero que nadie calle mis lamentos con brutalidad.
Desde nuestro regreso de Madrid no me golpeó más, pero dominaba mi vida con su mirada, sabía que debía de hacer y cuándo pedir perdón si es que era necesario.
Dos semanas de iniciado el ciclo, sus papás deciden realizar un viaje y se tenía que ausentar por unos cuatro días, yo no podía con la alegría, porque sentía que estaría libre, ese fin de semana que no estuvo salí con una de las pocas amigas que tenía, fuimos a un bar y regresé tan feliz a casa que se me había olvidado que él tenía regreso, como no quería que me llame, dejé mi celular y a mi regreso vi unos cien mensajes y la misma cantidad de llamadas, tanta era mi felicidad que sentía que no quería que nada arruine ese momento, fui a dormir y al día siguiente estaba en mi casa, me asusté horrible porque no sabía que decirle, pero fui valiente, le dije que no quería hablar (no sé de qué valentía hablo).
Esa misma noche, conocí a Alonso, un chico de la facultad, nunca lo había visto, pero tenía la sonrisa más linda y hablamos toda la noche en el bar, era amigo de Ana Lucía, mi única amiga en toda la carrera, él se había encargado de dejarme sola y vulnerable, pero ella nunca se había ido.
Yo solo le dije mi nombre, nada más, porque a mí me revisaban el celular y siempre estuve muy nerviosa por alguna reacción, ya no habían golpes pero sí tenía mucho miedo de que pueda volver a golpearme y ya no saber como explicarle a mis padres lo que pasaba.
No pasó mucho tiempo y Alonso me escribió, estaba entre nerviosa, asustada y emocionada de que me escribiera, no sabía que hacer, pero le respondí, hace mucho no sentía esas mariposas en el estómago,y así fluyó todo, entre risas y un poco de conversación, hablaba con él todos los días, llamadas, textos, todo tenía que borrarlo, pero a ciertas cosas les daba captura y me las mandaba al correo para leerlas cuando podía sentirme triste.
Así pasaron unos 3 meses, y yo no sabía que él tenía la clave de mi correo, vio todas las capturas y nunca lo había visto tan molesto, a no ser en esa oportunidad en Madrid, estaba como loco, me asusté cuando me encerró en su carro, me llevó a su casa porque estaba sola, me arrastró para entrar, recuerdo como empezó todo, primero cogió mi cara, me levantó tan alto que dejé de verlo, cerré los ojos pidiendo morirme, así se acababa todo, qué mal podía haber llegado a estar.
Me estaba pateando cuando su hermana entró, tenía la cara completamente desfigurada, su hermana le gritó para que parara y él no se detuvo, pisó mi mano, pero no sé de donde pude sacar fuerzas, me levanté y llena de sangre fui hasta la puerta, grité tanto que una de sus vecinas salió a socorrerme, tenía el cabello todo enredado, la sangre no paraba, había roto ocho costillas, me había reventado literalemente la boca, me había pateado tanto las piernas que no sabía como estaba de pie, me miraba llorando pidiendo que no lo denuncie, lo denuncié.
Después de todo
Tantas cicatrices que tenía, tanta sangre que vi, solo quería morirme, Alonso me había ido a ver, salí en las noticias, en periódicos, mis papás estaban conmigo, yo solo lloraba, ni siquiera podía hablar, estaba avergonzada, pero de mí, de haber permitido tanto abuso, quería morirme por soportar un puñete, una patada, por cada insulto, por todas las veces que me prohibió salir, por los momentos tan anulados, porque pensé que nadie más podría haberme querido, me convertí en un títere, hacía lo que él quería, no disfrutaba el sexo con él, tampoco estar con él, todo era compromiso, pero ¿qué compromiso? no tenía ni puta idea de lo que sentía, pero seguía con él, estaba mal, no pedí ayuda porque como iba a hacerlo ¿qué vergüenza no? como alguien como yo diría que su novio el perfecto le pellizcaba cada que hablaba de más, o le jalaba el cabello, porque él me "corregía".
Verlo era una tortura, lo tuve que ver en la fiscalía, con los jueces, lo denunciaron por intento de feminicidio, arruiné su vida (pensé) me echaba la culpa de que sufra y no pensaba en mi sufrimiento, me llevaron a terapia, un año entre idas y venidas, pude recuperar algo de confianza, pero siempre estaba nerviosa, no podía mirar a nadie a los ojos, empecé a vomitar la comida, sentía que no quería vivir, pero como un rayo de sol vi a mi papá tan preocupado, recordé el primer puñetazo que me dio y pensé en el hombre que me cuidaba, él nunca me hizo daño ¿cuánto le fallé? a mi papá, porqué le hacía eso, si yo merecía mucho más, había bajado 17 kilos de peso, estaba con un trastorno, no podía más, quise decirle algo a mi papá, pero no lo hice, solo vi y le pedí que me abrazara, lo hizo, tenía 22 y me cuidaba como una niña.
Con amor
Me recuperé, ya quería vivir, no quiero que nadie calle mis lamentos con brutalidad.
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