Quizás cuando sientas el mismo miedo podrás entenderme, no quise hablarlo con nadie, pero lo conté, y aunque no fue completa mi conversación, quiero escribirlo, escribirlo para recordarlo y saber que de vez en cuando ese miedo se avecina, ese miedo que hace que pienses que de nada valió tanto esfuerzo, ese miedo que hace que todo tu mundo transcurra en veinte segundos, esos veinte segundos en donde te sientes viva y sientes que te están llevando a la muerte.
La primera vez
Tenía 19 años, lo recuerdo cerrando mis ojos y pienso en lo que pudo haber pasado, estaba en el turno noche de la universidad y mi casa queda algo lejos, estaba muy cansada, demasiado cansada y el bus que me llevaría estaba muy lleno, sentía que no podía más, tenía un poco de dinero y bajé, podría haber sido la peor decisión de mi vida, tomé un colectivo, de esos autos que son taxi pero llevan a 4 personas y hacen paradas en ciertos puntos, lo tomé por la avenida Abancay, porque no aguantaba más estar parada, no medí el peligro y como el auto estaba lleno me sentí en confianza, mentiría si digo que tuve miedo, entré confiada y aún quizás lo sigo haciendo, uno tras otro bajaba, no era la primera vez que subía y repito siempre he confiado, seguía el camino hasta que el chofer me miró y me dijo: "bájate, antes que te haga algo" mis ojos se abrieron como no tienen idea, temblé por un momento, abrí la puerta, bajé y tomé el bus que estaba atrás para poder llegar a mi casa, el único lugar donde realmente me siento a salvo, mis papás ya dormían, era tarde, no se los comenté hasta hace poco, nunca más volví a subir de noche a un colectivo.
Hoy
Podría mentir y decir que he vivido con miedo, no lo haría, no he tenido miedo, después de ese incidente he tomado algunas precauciones, pero lo de hoy hizo que sintiera nuevamente esa sensación de pensar que no tenía de otra.
Salí de la casa de una amiga, no llevé el carro porque la verdad prefiero descansar de manejar los fines de semana, salía tranquila, no tomé un taxi de aplicación porque es cerca a mi casa, relativamente cerca diría, y estiré la mano, paré uno, dos, tres y no querían llevarme, todos me decían "mucho tráfico señorita", volví a estirar la mano y él me dijo "vamos", me dijo el precio y me pareció razonable, entonces subí, pero subí con miedo, no sé por qué, sentí que el corazón me apretaba y lo miré fijamente, soy de recordar rostros, cosas y detalles, recuerdo su cara, la tengo marcada y me dice: "hay mucho tráfico" vamos por el peaje, me saco los audífonos y le digo ¿qué? - me repite - vamos por el peaje, le dije: no, volteó y me dijo, así llegamos más rápido, le dije no: llévame por esta ruta, la ruta del puente por favor, giró, dio la vuelta y me dijo: vamos por el peaje, ya había dado la vuelta, que iba a hacer, tengo 27 años, sueños, tengo una familia que me espera, una mamá que había hecho arroz con leche para mí, una hermana que si me pasa algo se muere, un papá que no le daría las fuerzas para seguir adelante. Me saqué los audífonos y le dije: no, yo no quiero ir por allá, detente, porque voy a bajar, volteó, me sonrío fríamente y me dijo ¿qué?, le dije: déjame aquí que voy a bajar, me volvió a mirar y no me dijo nada, no paraba, entonces le repetí, no puedo ir por el peaje, porque he mandado mi ubicación y qué haría yo por ahí si mi ruta es otra, me miró, se detuvo y me dijo; ya bájate.
No estaba nerviosa, pero si tenía en mi cabeza un solo pensamiento, transcurrió toda mi vida en 20 segundos, desde que era niña, pensaba en qué diría Rocío si supiera que algo malo me pasó, habría sido la última persona que me vio, nisiquiera mi familia, pensé en lo que habría pasado y ninguna opción era quedarme viva, ya me sentía muerta, bajé rápidamente y crucé la pista, cogí mi celular y pedí un taxi por aplicación, el tráfico estaba insoportable y ahora si tenía miedo, pensaba en qué habría pasado si me llevaba o no le decía que mandé mi ubicación, porque creo que eso me salvó, no sé, quizás esté exagerando, probablemente y quería llevarme por el peaje para acortar camino, pero no me dio confianza, lo sentí, lo intuí y bajé, tenía que ponerme a salvaguarda, porque sí tuve miedo pero no quise demostrarlo, en el otro taxi pensaba en qué habría pasado si algo me pasaba, seguía y seguía pensando, pensaba en mis papás, en mis hermanas, pensaba en lo rápido que podría haberse ido mi vida, se me cruzó por la mente escribirle al Zav y mandarle mi ubicación, darle los números de mi familia y el de mi casa, que si no le avisaba que llegaba es porque me habían hecho algo y que tenía que ir a mi casa a avisar que probablemente estaría en peligro, pero no lo hice porque bajé y me sentí un poco más seguro en el otro carro.
He tenido suerte quizás, pero no es suerte tener que pensar que algo me van a hacer, no es suerte vivir con este miedo o solo pensarlo, no es suerte no saber si llegaré viva a mi casa porque alguien quiso hacerme daño, no deberíamos de vivir así, yo nunca he sentido este miedo y ahora lo sentí y quizás lo sienta más adelante, no debería de ser así.
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