Cuando sentía que ya nada podía salir mejor, me di con la sorpresa de que tenía que verlo en cualquiera de las actividades que habían, tenía que conciliar el sueño pensando que lo vería, que estaría cerca de él, tenía que pensar estratégicamente qué haría porque no podía más, no saben cuánto lloré sintiendo que el corazón salía de mi pecho, que ya no podía, sentía que el alma se me partía, pero si en algún momento me has leído sabes que encontré fortaleza en algún lado, no sé de dónde y tampoco cuándo o cómo, no he respondido ninguna de esas preguntas, es más he sentido que no tienen respuestas porque después de todo seguí adelante, con o sin él, porque su esencia nunca se ha ido, me he quedado con cada una de sus enseñanzas, con cada una de sus lecciones.
Aprendí de él lo que era el desapego y el autocuidado, quizás el aprendió algo también, nunca se lo pregunté y tampoco lo haré, quisiera no hablar de él con nostalgia, quisiera recordarlo siempre con alegría, pero a veces no se puede porque me he quedado con la pregunta ¿por qué no se quedó? ¿qué pasó? ¿en qué fallé? nunca he escrito con la intención de que me lea, ojalá esta vez si lo haga y me diga, me explique o me saque de la duda, quizás algún día lo llame y le pida tomar un café, el de la paz claro, nunca le reclamé nada, es más cuando me fui lo hice con tanta tristeza que no existían fuerzas para quejas, lo he amado desde el día 1 en el que lo conocí y ahí también él podría responderme con: ¿por qué? no lo sé exactamente, pero de algo si estoy completamente segura, de que él amó cada uno de mis errores, y felicitó mis logros, los hizo suyos, amaba cada centímetro de mi piel, lo sentía, lo quería siempre a mi lado, no podía dejar de mirarlo y querer tener grabada esa carita chiquita dentro de mis manos, sus manos que detuvieron mi caída libre, mi chico, mi ángel, mi amuleto de la buena suerte, quién diría que yo me enamoraría tan locamente de alguien completamente diferente a mí, serio, taciturno, desconfiado, pero con ligerezas como el amor y yo, siempre tierno y presto a querer darme su hombro y su mano amiga, porque no solo fue el gran primer amor de mi vida si no también mi amigo ¿quién diría no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario