No me había puesto a pensar que pasaría después de que decidieras irte, no era posibilidad, yo había pensado y era nuestro plan seguir juntos por todo lo que restaba de camino, pero como es usual y todo lo bueno en la vida tiene fin, esto tenía que terminar de una u otra manera. Tu manera sencilla de quererme se complicó, ya no compartíamos esos logros que eran alegría del otro, pasaban días o semanas sin hablar y todo estaría bien, ¿dolió? me imagino que sí, ya no lo recuerdo tanto, porque solo he conservado lo bueno de ti.
Después de ti, lloré, lloré mucho, a mares, pensando que jamás podría olvidarte ¿cuánto me tomó recuperarme? creo que nunca me recuperaré ciertamente, solo aprendí a seguir sin ti, a no saber de ti, a no querer saber de ti en realidad, esa es la verdad, probablemente dejé de quererte, quien sabe, porque ni yo misma lo sé, hoy escribo porque me acordé de ti, porque siempre regresas cuando ya no es necesario, hay destellos de recuerdos, de los buenos, porque ninguno es malo. Te pediría que me dejaras verte una vez más, pero ya no estás, abandoné esa partida, como la partida de tenis que no jugué, la de ajedrez que perdí y así miles de cosas más que intenté hacer para mantener la mente ocupada, podría decirte que logré abandonar tu recuerdo, ya no dolía tu ausencia, ya no duele tanto, pero a veces, como hoy, quisiera decirte que te amé, pedirte que regreses o que nunca te hayas ido, que esa decisión no fuera definitiva o que me quisieras unos días más.
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