martes, 23 de febrero de 2016

Tú sabías

Despiertas todos los días, luchando una batalla difícil: VIVIR, esa vida que tal vez no quisiste, esa gente con la que no quisiste toparte, pero sigues adelante, porque tienes una y mil razones, entre ellas, está tu familia, tú misma y el amor, bendito sea el amor que se cruzó en mi vida, bendita sea la hora, a veces también lo maldigo, lo odio, lo dejo pasar y soy la única culpable, porque desde chica he sabido que no dependo de nadie, que no debo de hacerlo pero ahí voy, cometiendo errores como si no sintiera dolor.

Contaré una de las tantas historias que me pasaron por tener un amor loco y desenfrenado, ese que nunca quieres soltar, pero que se tiene que ir, así como vino se fue, sin dejar rastros, sin apuñalar, libre y lleno de bondad.

Lo que sé de él es que tiene el cabello chino y muy pegado, unas manos suavecitas como el mar y una piel que siempre me gustó besar, me sentaba a su lado a leer y a tomar una buena taza de café alegraba mis días y mis noches con sus ocurrencias y es que éramos tan distintos, y eso nos hacía increíbles, me sentía una mujer deseada, adorada y comprendida, nada mejor que eso para sentirte realizada, pero es que algo tan bueno, tan bueno, vale precisar la redundancia, no puede ser real, tenía que golpearme la cruda realidad unos meses después.

Me escribió lento unas palabras que traspasaron mis pechos, unos textos que me mataron, "Me voy" no entendía por qué, estábamos en el mejor momento de la relación, sus manos se entrelazaban perfectamente con mis abismos, había detenido mi caída libre, no entendía nada, pero cogí ese papel, me puse la pijama y me fui a dormir.

No había otra cosa que podía hacer, él odiaba que lo llamara con insistencia, que le escribiera demasiado y esa era mi debilidad, él era mi debilidad, pero no sé en qué momento compré mi dignidad, que no le escribí, no me reporté, no busqué más información y también desaparecí, fue bueno, alimenté más mi alma, seguí con mis clases de baile, mejoré muchísimo.
Sí pensaba en él, hasta ahora lo hago, con amor, mucho amor, cómo no pensar en él con amor, si eso fue lo único que me dio, llegué a la conclusión que no podía odiarlo, realmente no odio a nadie, mucho menos a él.

Uno de esos tantos días, entre idas y venidas, me detengo a ver detrás de un espejo un vestido largo y muy bonito, amarillo como el sol, entré a la tienda, me lo probé y me quedaba hermoso, lloré, no sé porqué lloré, me sentí bien, fui a casa y lo guardé, el sábado tenía una reunión de trabajo y quería llegar muy bonita, creo que cualquiera quiere ser el centro de atención.

Llegó el sábado y me alisté desde muy temprano, Renato, uno de mis compañeros de trabajo, pasó a recogerme, sus ojos siempre brillaron al verme, me causaba mucha ternura, sabría que terminaría casada con él, porque me miraba así -Así pasó- él no sabía nada de mi pasado, no le importaba, no se lo quería contar acotemos eso también, llegamos de la mano y el sol me apuntaba a mí, había esculpido no solo mi alma, si no también mi cuerpo, mi figura. Sentí una mirada a lo lejos, de esas penetrantes, de esas que te quiebran, era él, no sé que hacía ahí, me derrumbé, perdí la noción, le dije a Renato que iría al tocador, para no ser tan obvia, quería llorar, quería abrazarlo, quería besarlo, era él, había vuelto, no sé qué me pasó, estiré mi mano, me limpié las lágrimas, cogí mi cartera y salí, siempre digna, refinada, con la cabeza muy en alto.

Él me vio, no titubeó y se me acercó, habían pasado dos años y aún me ponía tan nerviosa como la primera vez, le dije ¡Qué milagro verte! - creo que fue un error - me miró y sonrió, sus ojos seguían siendo tan bonitos, sus manos seguían siendo las más suaves, me excusé y fui a mi mesa, yo quería a Renato, o hacía el intento, pero no podía irme sin saber porque se fue, quería saber que hice mal, no con el fin de que se quedara o volviera a mí, no quería eso, ya lo había superado, lo había dejado de amar, pero aún algo me ataba a él, aún había una interrogante dentro de mi alma, quería aliviarme por completo, quería saber ¿POR QUÉ?. Me acerqué lentamente y le dije, ¿Podemos hablar?, se paró y me dijo:

-Claro, vamos a la otra parte del jardín -

Me senté a su lado, como en los viejos tiempos, observó detenidamente mis manos, mis labios y mi cabello, siempre le gustó mi cabello, lo miré profundamente, con un te amo recóndito, pero siempre firme en mi decisión de no doblegarme, solo quería saber por qué se fue.
Hablamos de muchísimas cosas, una de ellas era que se había ido de viaje a Alemania, pero que estaba volviendo de Brasil, recuerdo que me dijo que quería casarse en ese país, claro está que no conmigo (sonrío un poco). Ya habían pasado dos horas, de estar sentados, cuando lo vi, recordé el inicio de lo que fue nuestra relación, como a escondidas nos besábamos, como estrechaba su mano con la mía, como le contaba mis historias y anécdotas, como cuidaba su sueño y como respiraba su amor.

Tomé la decisión de preguntarle, después de haber hablado tanto, creo que la convicción, la decisión y el amor propio hicieron que de mi boca salieran esas palabras: ¿Por qué te fuiste?, atinó a responderme: "Tú sabías" - tú sabías que no me quedaría, que podía amarte, pero que me tenía que ir, no quiero estar atado a nadie. TÚ SABÍAS.

Entonces, entendí por primera vez esta frase y la apliqué para siempre.


Toda la noche me quedé escuchando esta canción, sintiendo que no cometí un error, que fui perfecta ante sus ojos, pero que no podía luchar contra él, que ya había cerrado ese capítulo y que próximamente podría ser feliz con Renato, o con cualquier otro hombre, que era yo la que tenía que entender y él que me tenía que explicar, después de escucharlo, me levanté despacio, lo abracé fuerte y le di un beso en la frente, lo había amado tanto, que no podía permitirme terminar mal con él, estreché mi brazo sigilosamente, cogí mi cartera y le agradecí el tiempo, él valoraba mucho su tiempo, fueron cerca de dos horas, y esas horas resumían meses de amor y mucha comprensión, esa unión, ese sentimiento fuerte, entendí por primera vez que se fue por mi bien, que sí me quería y que protegía mis sentimientos, se fue para verme feliz, se fue porque pensó tanto en mí, se fue porque no se equivocó, se fue porque también me amó y se tenía que ir porque mi amor era más grande. Se fue, para verme feliz y no falló.

Gracias.



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