sábado, 2 de mayo de 2020

Quédate para siempre



Cuando tenía siete años siempre esperaba que fueran las siete, ocho o algo más, a veces con mucha suerte podían ser las seis y él ya llegaba, me emocionaba verlo, saludarlo, contarle mis cosas, siempre he sentido cierta preferencia por él, intrínsecamente ha tenido que ser porque con conciencia los quiero a los dos.

Pasaron los años, soy muy solitaria y siempre he pedido mi espacio, puedo querer mucho y lo demuestro, pero no lo digo, y él lo sabe, trato de no ser una preocupación, de tomar decisiones correctas, trato, a veces no me sale, pero evito que mi sufrimiento les afecte.

Nunca podría quejarme de la suerte que he tenido, mi gran amor siempre será mi papá, su sonrisa, sus manos, todo él es perfecto, como nos quiere, nos abraza y nos cuida, nunca se ha detenido para cumplirnos, es responsable, bueno, honesto, un ser ejemplar.

Hace algunos meses la desgracia quería visitarnos, se sintió mal y él mismo se estaba despidiendo, nos abrazó fuerte y nos dijo: “pórtense bien con su mamá”, creo que en mi vida he llorado tanto de solo pensar que mi papá podía irse para siempre, se me hizo el nudo más grande en la garganta y no paraba, lloré tanto que no tenía paz, no encontraba calma, las cuatro estábamos apagadas, habíamos perdido la luz, pero teníamos un solo reto, saber que él podía salir adelante.

Pasaron los días, las semanas, y hasta los meses y se iba mejorando, la alegría y la paz volvía a nuestros corazones, Dios había sido bueno, generoso y bondadoso con nosotras, nos devolvía a mi papá con mejor semblante y con la misma sonrisa que veo desde hace 27 años, tenía el rostro un poco pálido, pero nada que el amor no pueda curar, ahora con más tranquilidad y con el corazón contento puedo decir que estará mucho tiempo.

¿Qué aprendí? 
desde lo que había pasado con Anthony sabía que éramos efímeros, que la vida es una rueda y que todo da vueltas, sabía que cuando alguien se muere se lleva parte de tu historia, entonces caí en cuenta que al regreso de mi papá debía de aprovechar mi tiempo, estar con él, con ellos, que era lo mejor de mi historia, aprendí a perdonar, a pedir disculpas, a llorar tan fuerte que me quedara sin voz, aprendí a dejar ir, a quererme más y sobretodo a demostrarle todos los días que lo amo.

Si algún día me lees papi, te amo con el alma, con el corazón, ojalá puedas ser el milagro y no te vayas nunca, eres lo mejor de mi historia, gracias por quererme tanto, por perdonarme todo, por ser tú y dejarme ser yo, por volar juntos y no cortar mis alas, por tu esfuerzo y dedicación. Gracias por la confianza, gracias por decirme “hazlo” aunque el camino  sea incierto. Seguimos aprendiendo, seguimos luchando, espero que sean por muchos años más. 

No te vayas nunca 

No hay comentarios:

Publicar un comentario