viernes, 26 de febrero de 2016

Una carta al cielo

El 2014 fue el peor de todos los años para mi familia y para mí, nos golpeó tanto que creo que la sangre ya no aguantaba más tan pesada carga, no podía parar de llorar, agregando a eso el gran sonido de mi alma que no cesaba en dolor, ya estamos 2016 y aún sigo pensando ¿Por qué? es muy complicado, es cierto, pero he leído tanto que he podido calmar mi dolor, porque no se puede olvidar, solo calma, paz interior. Aprendes a vivir con la ausencia y el dolor, entre idas y venidas, pude leer este artículo, que es un tipo de carta al cielo para alguien que ha pasado lo mismo que yo, porque siempre he pensado que quien no lo ha pasado, no lo puede sentir, no puede saber como el dolor te carcome, como no puedes pararte, como duermes con lágrimas en los ojos, sintiendo que es la única manera de expresión ante la repentina muerte, como anhelas volver a ver a aquella persona que sin saber se llevó parte de tu vida, les comparto la "Carta al cielo" , sé que es una temática distinta a lo que escribo en mi blog, pero no podía dejar de compartirla.

CARTA AL CIELO

Si pudiera ir atrás en el tiempo te diría tanta cosas que jamás pude, te abrazaría tan fuerte como fuese posible y te diría con los ojos cuando te quiero y lo importante que fuiste (eres) en mi vida. Me encantaría darte toda mi energía para que pudieras salir de la lucha a la que te enfrentaste y que no pudiste vencer. Sé que lo intentaste para no dejarme aquí sin ti, sé cuanto te aferraste a la vida, te rogaría que lo hubieras hecho más aún, pero es egoísta.
Si hubiera sabido que la vida que venía no se ponía mal sino mejor, te habría dado parte del tiempo que me han asignado para que siguieras robando sonrisas, y viviendo con esa magia tan propia de ti. Si hubiera podido pedir un deseo, habría deseado que no te fueras, que te quedaras y estuvieras conmigo, físicamente, en las buenas y en las malas, como siempre lo hiciste ... como lo sigues haciendo con tu energía.
Si tan solo pudiera enviarle una carta al cielo, te escribiría todo lo que me enseñaste con tu ausencia corporal, te contaría de mi vida, aunque sé que estás al tanto de ella, y por eso más te preguntaría de la tuya: ¿Cómo es allá? ¿Estás feliz? ¿Me extrañas tanto como yo a ti? También mandaría saludos a los que te acompañan y te diría que, por favor, le digas a aquel que hizo que te fuera, que no me quite a nadie más.
Me encantaría preguntarte tantas cosas, ¿Estoy haciendo bien las cosas? ¿Me sigues aceptando como soy? ¿Estarías orgulloso de mí? ¿Sonreirías cuando te cuente mis tonterías? ¿Qué me aconsejarías cuando te cuente mis problemas? ¿Estarías feliz de saber que he logrado muchas cosas que soñaba de niña? ¿Me hubieras ayudado a recoger las piezas de mi corazón cuando me lo rompieran? ¿Me hubieras acompañado a tomar un trago cuando lo necesitara? ¿Hubiéramos ido a nuestros lugares favoritos aún ahora? Son demasiadas preguntas que jamás tendrán una respuesta, al menos no una tangible. Porque sé que he cambiado, que muchas veces he hecho cosas de las que seguro no estarías orgulloso, han sido muchos años de errores terribles.
Todos los días ruego para soñar contigo y que al menos ahí puedas decirme si estoy haciendo todo bien, me gusta que aparezcas cuando más necesito un consejo, porque siempre estás en mi mente. Aunque suene cursi siempre te llevo conmigo de miles de maneras, pero mi parte favorita del día es caminar sola y conversar contigo, aunque no me respondas.
Gracias por estar. Porque aunque pasen los años, te sigo sintiendo tan fuerte como ayer. Mi ejercicio del día es recordar con detalles todo lo que pasamos juntos porque no quiero olvidar nada, me da miedo que llegue el momento en el que de alguna manera empiece a olvidar cosas. Gracias porque sé que estás, aunque físicamente te hayas ido. Tuviste la oportunidad de irte y aún así sigues tan presente como antes. En donde quiera que estés, lucha por ser feliz como lo hiciste acá. Y espérame que algún día llegaré para bailar y comer chocolates contigo.

Link de la nota  http://bit.ly/1OAlOHX

Canciones que expresan todo, que me recuerdan a ellos, que me hacen volver a vivir también

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martes, 23 de febrero de 2016

Tú sabías

Despiertas todos los días, luchando una batalla difícil: VIVIR, esa vida que tal vez no quisiste, esa gente con la que no quisiste toparte, pero sigues adelante, porque tienes una y mil razones, entre ellas, está tu familia, tú misma y el amor, bendito sea el amor que se cruzó en mi vida, bendita sea la hora, a veces también lo maldigo, lo odio, lo dejo pasar y soy la única culpable, porque desde chica he sabido que no dependo de nadie, que no debo de hacerlo pero ahí voy, cometiendo errores como si no sintiera dolor.

Contaré una de las tantas historias que me pasaron por tener un amor loco y desenfrenado, ese que nunca quieres soltar, pero que se tiene que ir, así como vino se fue, sin dejar rastros, sin apuñalar, libre y lleno de bondad.

Lo que sé de él es que tiene el cabello chino y muy pegado, unas manos suavecitas como el mar y una piel que siempre me gustó besar, me sentaba a su lado a leer y a tomar una buena taza de café alegraba mis días y mis noches con sus ocurrencias y es que éramos tan distintos, y eso nos hacía increíbles, me sentía una mujer deseada, adorada y comprendida, nada mejor que eso para sentirte realizada, pero es que algo tan bueno, tan bueno, vale precisar la redundancia, no puede ser real, tenía que golpearme la cruda realidad unos meses después.

Me escribió lento unas palabras que traspasaron mis pechos, unos textos que me mataron, "Me voy" no entendía por qué, estábamos en el mejor momento de la relación, sus manos se entrelazaban perfectamente con mis abismos, había detenido mi caída libre, no entendía nada, pero cogí ese papel, me puse la pijama y me fui a dormir.

No había otra cosa que podía hacer, él odiaba que lo llamara con insistencia, que le escribiera demasiado y esa era mi debilidad, él era mi debilidad, pero no sé en qué momento compré mi dignidad, que no le escribí, no me reporté, no busqué más información y también desaparecí, fue bueno, alimenté más mi alma, seguí con mis clases de baile, mejoré muchísimo.
Sí pensaba en él, hasta ahora lo hago, con amor, mucho amor, cómo no pensar en él con amor, si eso fue lo único que me dio, llegué a la conclusión que no podía odiarlo, realmente no odio a nadie, mucho menos a él.

Uno de esos tantos días, entre idas y venidas, me detengo a ver detrás de un espejo un vestido largo y muy bonito, amarillo como el sol, entré a la tienda, me lo probé y me quedaba hermoso, lloré, no sé porqué lloré, me sentí bien, fui a casa y lo guardé, el sábado tenía una reunión de trabajo y quería llegar muy bonita, creo que cualquiera quiere ser el centro de atención.

Llegó el sábado y me alisté desde muy temprano, Renato, uno de mis compañeros de trabajo, pasó a recogerme, sus ojos siempre brillaron al verme, me causaba mucha ternura, sabría que terminaría casada con él, porque me miraba así -Así pasó- él no sabía nada de mi pasado, no le importaba, no se lo quería contar acotemos eso también, llegamos de la mano y el sol me apuntaba a mí, había esculpido no solo mi alma, si no también mi cuerpo, mi figura. Sentí una mirada a lo lejos, de esas penetrantes, de esas que te quiebran, era él, no sé que hacía ahí, me derrumbé, perdí la noción, le dije a Renato que iría al tocador, para no ser tan obvia, quería llorar, quería abrazarlo, quería besarlo, era él, había vuelto, no sé qué me pasó, estiré mi mano, me limpié las lágrimas, cogí mi cartera y salí, siempre digna, refinada, con la cabeza muy en alto.

Él me vio, no titubeó y se me acercó, habían pasado dos años y aún me ponía tan nerviosa como la primera vez, le dije ¡Qué milagro verte! - creo que fue un error - me miró y sonrió, sus ojos seguían siendo tan bonitos, sus manos seguían siendo las más suaves, me excusé y fui a mi mesa, yo quería a Renato, o hacía el intento, pero no podía irme sin saber porque se fue, quería saber que hice mal, no con el fin de que se quedara o volviera a mí, no quería eso, ya lo había superado, lo había dejado de amar, pero aún algo me ataba a él, aún había una interrogante dentro de mi alma, quería aliviarme por completo, quería saber ¿POR QUÉ?. Me acerqué lentamente y le dije, ¿Podemos hablar?, se paró y me dijo:

-Claro, vamos a la otra parte del jardín -

Me senté a su lado, como en los viejos tiempos, observó detenidamente mis manos, mis labios y mi cabello, siempre le gustó mi cabello, lo miré profundamente, con un te amo recóndito, pero siempre firme en mi decisión de no doblegarme, solo quería saber por qué se fue.
Hablamos de muchísimas cosas, una de ellas era que se había ido de viaje a Alemania, pero que estaba volviendo de Brasil, recuerdo que me dijo que quería casarse en ese país, claro está que no conmigo (sonrío un poco). Ya habían pasado dos horas, de estar sentados, cuando lo vi, recordé el inicio de lo que fue nuestra relación, como a escondidas nos besábamos, como estrechaba su mano con la mía, como le contaba mis historias y anécdotas, como cuidaba su sueño y como respiraba su amor.

Tomé la decisión de preguntarle, después de haber hablado tanto, creo que la convicción, la decisión y el amor propio hicieron que de mi boca salieran esas palabras: ¿Por qué te fuiste?, atinó a responderme: "Tú sabías" - tú sabías que no me quedaría, que podía amarte, pero que me tenía que ir, no quiero estar atado a nadie. TÚ SABÍAS.

Entonces, entendí por primera vez esta frase y la apliqué para siempre.


Toda la noche me quedé escuchando esta canción, sintiendo que no cometí un error, que fui perfecta ante sus ojos, pero que no podía luchar contra él, que ya había cerrado ese capítulo y que próximamente podría ser feliz con Renato, o con cualquier otro hombre, que era yo la que tenía que entender y él que me tenía que explicar, después de escucharlo, me levanté despacio, lo abracé fuerte y le di un beso en la frente, lo había amado tanto, que no podía permitirme terminar mal con él, estreché mi brazo sigilosamente, cogí mi cartera y le agradecí el tiempo, él valoraba mucho su tiempo, fueron cerca de dos horas, y esas horas resumían meses de amor y mucha comprensión, esa unión, ese sentimiento fuerte, entendí por primera vez que se fue por mi bien, que sí me quería y que protegía mis sentimientos, se fue para verme feliz, se fue porque pensó tanto en mí, se fue porque no se equivocó, se fue porque también me amó y se tenía que ir porque mi amor era más grande. Se fue, para verme feliz y no falló.

Gracias.



miércoles, 17 de febrero de 2016

Hasta desaparecer

Todos los días me preguntaba, cómo sería la vida sin él, sin sus manos, sin sus besos y sin sus consejos - Es la misma, pero sin él - no sabía quién podría detener mi caída libre ante tanto dolor - no dolió tanto- Tiempo después le comenté aquella inquietud que tenía, le dije que no sabía quién estaría a mi lado para soportar su pérdida, me contestó sutilmente: Tú

Entendí en ese momento, que debía de ser yo quien saque cara por todo lo que me tenía que pasar, que afronte sola, creí firmemente que podía hacerlo - lo hice - no desestimé cada uno de sus consejos, todo lo contrario, siempre fui leal y firme ante cada uno de ellos, su vida era mi vida, yo miraba por sus ojos, él no, eso me lastimó tanto que debí de partir sin retornar, porque no se puede amar tanto y percibir tan poco.

De poco a poco empecé a preocuparme por todo el amor que afloraba, me preocupaba demasiado por él, por lo que hacía, lo priorizaba ante todas las cosas, sentía temor de sus temores y lo acompañaba fielmente en cada una de sus aventuras, me sentía parte de su vida, creo que si lo fui, dejé de serlo, lo decidí así.

¿Nunca les pasó estar con alguien muy hermoso? - No hablo de físico solamente, para mí era hermoso, pero no era solo eso lo que enternecía mi alma, veía a esa persona, lo escuchaba hablar y seguía cada uno de sus fascinantes gestos, admiraba su belleza, sus palabras y sus elocuentes diálogos, era feliz a su lado, muy feliz, pero es que todo no es real, nada dura para siempre y creí firmemente que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista.

Él era mi mal, tóxico, alcalino en el alma, nunca me hizo daño a drede, estaba segurísima que golpeaba su vida cada que me veía llorar, cada que mis lágrimas rozaban sus manos, su rostro, sus gestos, todo cambiaba, le dolía mi dolor, dejaba de llorar para que él no se sienta así, su dolor era el mío, yo sentía tanto como él, entonces no podía permitirme verlo sufrir.

Ciertamente, quería que el sepa todo lo que sentía, pero tal vez no, siempre fui débil, indiferente con el amor, creía que no existía, ahora me doy cuenta que sí y no sé si precisamente por él, solo sé que lo amé, ¿Qué extraña sensación no? - No sé, si conocí el amor en sus brazos- recurrí muchas veces a él, en mis momentos de angustia, en mis días difíciles, en mis días de felicidad, soñé con quedarme junto a él, para siempre, pero no es su metodología de vida, me arrancó la piel cuando me lo dijo, no solo me lo decía a mí, lo gritaba, y yo felicitaba su accionar, era valioso saber que no estaba en sus planes, pero hizo una parada larga conmigo, abrazó sus sueños, contemplé muchos de ellos, por eso en ningún momento detuve mis penas con él, era felicidad, su segundo nombre era felicidad.

Hice de todo por amor, me escapé de las manos erróneas y llegué a sus alas, aunque me fui por decisión propia, no sé si llegué a amarlo tanto, pero ahora soy yo la que está feliz, la que decide por ella misma, no puedo dejar de sentir cosas tan hermosas por alguien que sumó tanto en mi vida, siempre pensaba eso, pero es mentira, cuando dejas de amar, lo haces por completo, miraba mi soledad y me sentía bien, me sentía bien conmigo misma, eso no había pasado nunca, me había complementado tan bien que cuando me propuse volar con mis propias alas, y aunque me fui triste y llorando, despegué, llegué a la parada correcta, de esas paradas de las que no te quieres ir nunca, porque te encuentras a ti misma, porque eres feliz, porque formas parte de ti misma y te das cuenta que nadie tiene que encontrarte, ese es tu trabajo, tu decisión final, no es que alguien te sume o te reste, es que tú permites el amor o el dolor, nadie tiene la cara de idiota, para que se la vean, tú permites lo bueno o lo malo en tu vida. Decidí salir, escapar, volar y con toda la fuerza de voluntad lo logré, porque eso es lo que siempre falta, la fuerza de voluntad, recuerda que no debes de acompañar a alguien que no te tiene fija en sus planes, que la vida misma tiene ese propio sentido, que si abres la puerta, es para no volver por una ventana, que si decides irte, no regreses, que si te equivocas, asume ese error y remédialo. En esta vida solamente tenemos una misión, y es la de ser feliz, no a costa de lo que sea, pero si salvaguardando tus intereses propios, los tuyos y de nadie más, sonríe tanto que nadie sepa cuando estés triste, llora mucho, diviértete a solas, viaja, no permitas que el amor o el fracaso determinen tu vida, yo me di cuenta de eso a tiempo, claro está que siempre encuentras quien te ayude, quien te salve, a mi me extendieron la mano en un pozo sin fondo, salí a flote y ahora puedo remar sola.

Me fui, sin él, hasta desaparecer el sentimiento, hasta permitirme volver a ser yo. Me encontré, distinta, feliz, decidida y segura, compartí realidades y tristezas, fui feliz con sus besos y sus abrazos, después de cada experiencia he podido determinar que he sido muy feliz con cada una de sus acciones y de las mías también, que guardo cada memoria, cada sentimiento, pero que ya había renovado cada idea, cada sensación.

Lloré lo que tenía que llorar y dormí incansablemente hasta olvidar, permitirme sufrir también fue parte de todo ese proceso, el pacto que tengo conmigo misma es más grande que el que tengo con cualquiera, ese pacto de lealtad y fidelidad siempre será conmigo, solo conmigo, ese pacto de ser feliz, únicamente feliz.

Permíteme desaparecer.

Recuérdalo tú, que yo siempre lo tengo presente:


martes, 9 de febrero de 2016

Y me prestó sus ojos

Empezaba uno de esos días de enero, apaciguada, había perdido el color de mi vida, no tenía la sonrisa que usualmente me conocía, estaba cansada, desgastada, agotada, no quería vivir, aún pienso que no quiero hacerlo, pero continúo porque he encontrado unas cuántas razones y motivos para seguir haciéndolo.

Entrecruzamos miradas, de esas en la que no dejas de pensar, de esas en las que tus manos empiezan a sudar porque no sabes que podías palpitar tantas veces a la misma vez. Nos veíamos a la misma hora, en el mismo lugar, sin hablarnos, sin vernos, solo nos mirábamos y aclaremos que es distinto ver y mirar, porque el simple hecho de ver, no es el mismo de mirar, justo ayer estaba pensando en esa metáfora de la vida, recordaba su piel blanca y sus ojos color café que siempre me gustaron, no podía dejar de mirarlo, pero tenía que disimular muy bien y creo que campeonaba en eso, porque tiempo después me dijo que no sabía si yo realmente estaba interesada en él.

Administré bien mi tiempo para poder llegar con él, cruzarnos, entrelazar esas miradas y las despedidas que nunca faltaban, de esas despedidas, que son con los ojos, y que sabes que al día siguiente también volverás a ver esos grandes ojos cafés.

Entre ida y venida, sentí que una mano recogía uno de los libros que se me cayeron, era él, íbamos a tener nuestro primer contacto, me estiró la mano y me entregó el libro, sonrío y se fue. Pululé tanto acerca del tema, que pensé en no sonreírle más, claro está que era extraño en mí sonreír.
Cambié de rutina y bajaba una o dos estaciones antes, con el simple hecho de no verlo más, en realidad si quería verlo, pero era un tipo venganza, creía que me extrañaría, esa venganza duró alrededor de diez días, yo solo trabajaba de lunes a viernes, cinco días a la semana, el berrinchito me duró dos semanas entonces.

Volví, sus ojos brillaron, lo sé, su corazón palpitó tanto como el mío. Se acercó, sentí su rostro tan pegado al mío, abrió su boca y me dijo: ¡Pensé que no te vería más! mi corazón no podía dejar de latir, si no sufrí un paro cardiaco en ese momento fue porque estaba a su lado, lo miré y solo sonreí, estiré mi mano y tomé el bus que me tenía que llevar a algún lado de la ciudad. 
Me fui, así como lo había hecho él, así. Quería que sintiera lo que yo sentí, no es engreimiento, es "Ojo por ojo, diente por diente" yo que había esperado que me saludara, y él solo se dignó a estirar la mano y sonreír, me di cuenta que cuando me hablo, lo dejé ir, por ese sabor a venganza que carcomía mi alma. Haría un mea culpa, pero me volví tan intensa con él, que no tendría sentido decirles las cosas que no le hice.

Al día siguiente, llegué un poco antes, un poco nerviosa, la noche anterior había entrado en crisis, no había terminado de leer dos de los libros que nos habían pedido para la clase de Economía, llegué antes con el único fin de encontrar asiento y poder sentarme para leer esos capítulos que estaban segurísima vendrían en mi examen, no lo vi, pero estaba tan desconcentrada que no me di cuenta, me senté y él estaba ahí, a mi costado, en mi bus, conmigo, me di cuenta que era él, por ese perfume suyo que se volvió en mi droga, me di cuenta que era él, porque estiró su mano, y me dejó verlo, me escribió en un pequeño papel: "Rafael" y yo incliné mi cabeza, quería confirmar que era el chico de los grandes ojos cafés al que amaba en secreto, que se había dado cuenta de mi existencia. Era él, estaba a punto de bajar y solo le escribí "Te amo".

Me esperó todos los días, caminábamos juntos sin hablar, solo lo miraba, no me hablaba porque según él también quería mirarme, me sentaba todos los días a su lado, observando esa piel blanquecina de la que me había enamorado, no podía dejar de soñar con el día en el que volviera a escuchar su voz.

Un lunes cualquiera, se acercó y me miró fijamente, me dijo que no podía dejar de pensar en mí, lo miré y le dije "Me hablaste" me miró fijamente nuevamente y me besó, ha sido el mejor beso que sentí, hasta hoy lo conversamos y se ríe tanto, que sé que fue feliz.

Desde ese entonces me prestó sus ojos para poder ver detrás de ellos, sus grandes ojos cafés que amaba, sus labios grandes color rojo, bien marcados que besaba con desesperación de perderlo.
Y así pasaron los días, teníamos fechas distintas en donde celebrábamos nuestros aniversarios, el primero, era cuando me recogió el libro, el segundo cuando me habló y me fui, el tercero cuando lo sentí tan cerca y el cuarto cuando me besó. Teníamos cuatro fechas distintas, se llamaban, "Las fechas de la felicidad" éramos muy unidos, pensábamos lo mismo, nos conocíamos demasiado bien, creo que por eso no funcionó o funcionó lo que tenía que funcionar.

Él amaba los gatos y a mí no me gustaban mucho, yo amaba leer y él me fotografiaba cuando lo hacía, me besaba la frente y las manos con la mayor delicadeza y dulzura que nadie habría tocado mi piel, me amaba tanto que no me explico a dónde se fue tanto amor, nunca lo juzgué, jamás volví a buscarlo. Después de tanto amor y de dedicarle mi sonrisa, se fue, no volvió más, no bajaba en la misma estación, no volví a ver esos grandes ojos y la camisa blanca que le quedaba tan bien, esa camisa negra que amaba y que con su piel blanca se entrelazaban para hacerlo aún más hermoso.
Se fue, devolviéndome la sonrisa, se fue dejándome su piel blanquecina en el alma.

Se fue y me prestó sus ojos

Yo te espero


Sebastián Yatra

No me salen las palabras, para expresarte que te quiero 
No sé cómo explicarte, que me haces sentir 
Como si fuera el verano, y el invierno no existiera 
Como se separa todo 
y con esa sonrisa, que cambia la vida 
Miraste hacia aquí, y ya no puedo contemplar, 
Que tú no seas la que me ama. 

CORO 

Y como mirarte, esos ojos que me dejan en enero, 
Cuando sé que no sé qué no son míos y me muero 
El destino no nos quiere ver pasar, 
Ohh, y como decirte, que no quiero que este amor sea pasajero 
Que de pronto se dé un día y yo te espero, 
El destino no nos tiene que importar… 

No se cómo ser yo mismo si no estás al lado mío, 
Se harán largos estos meses, si no estás junto a mí, 
y con esa sonrisa, que cambia la vida, 
Miraste hacia aquí, y ya no puedo contemplar, que tu no seas la que me ama 

CORO 

Y como mirarte, esos ojos que me dejan en enero, 
Cuando sé que no sé qué no son míos y me muero 
El destino no nos quiere ver pasar, 
Ohh, y como decirte, que no quiero que este amor sea pasajero 
Que de pronto se dé un día y yo te espero, 
El destino no nos tiene que importar.



lunes, 8 de febrero de 2016

Me enamoré

Hoy sostuve una pelea acalorada con mi novio, no llegábamos a un acuerdo en donde ambas partes estuviéramos contentos, no me hablaba, lo miraba y quería abrazarlo, estoy casi segura que ocurría lo mismo con él. Comprobé una vez más que el orgullo puede separar dos almas que se aman, por lo tanto decidí tragármelo y extenderle la mano, porque lo amo, ahora explico porque me di cuenta de todo eso amor que emana mi piel por él, de los besos que quiero darle, de las muchas películas que quiero ver con él, de los abrazos que me llenan de amor, de todo ese sentimiento que el permite que yo pueda sentir.

Después de tanta cursilería tonta le dije que sonriera, que si él es feliz, yo también soy feliz, que quiero que sus ojos me miren eternamente, nunca me he enamorado de esta manera, loca, cursi, desbaratada, lo amo a él, no quiero nada con nadie, él es el dueño de todo mi reino, él.
Y saben qué es lo mejor de todo esto? - Que él también me ama, y me ama de la manera más pura, la más leal, de la manera más dulce, con un buenos días por la mañana y un abrazo de buenas noches, quiero estar con él, el día y la noche, extender mi mano y que sea su mano la que me espere, que sus besos nunca se acaben, que sus mañanas sean a mi lado, que sus penas sean las mías también y sus alegrías mi felicidad entera.

El siente lo que siento, su voz, sus caricias, me enamoré locamente de su hermosa manera de amarme, de besarme y de hacerme sentir viva. 
Es por eso que me di cuenta que lo amaba, porque solo con él soy feliz, aunque mi felicidad no depende de él, elijo que él sea parte de mi felicidad, que él comparta mis alegrías, mis triunfos y caídas, que él sea quien esté a mi lado para levantarme, para abrazarme y acariciarme. No quiero a nadie más.

Me enamoré, locamente, me enamoré de él.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Gonzalo

Ella lo sabía

Ya era tarde y solamente podía verla una o dos veces por semana,sabía que se incomodaría - se molestó- aunque me recibió con un abrazo y un beso, sabía que estaba molesta, la conocía de la cabeza a la punta de los pies, sabía perfectamente cuando estaba molesta y también cuando era muy feliz. Nunca entendí porque no podía soportar que llegara tarde (después de unos años me explicó) yo era feliz, sonreía a su lado, pero no quería caminar de su mano, es muy difícil explicar porque no me enamoré totalmente de ella, era perfecta, me amaba lo sé, pero ese sentimiento no era compartido, no podía dejar de verla, de abrazarla, me había acostumbrado al olor de sus manos, de su cuerpo, de sus labios, pero no la amaba. Creo que ella lo sabía, por eso se fue, creo que nunca me perdonará no haber apostado por ella - en el fondo es así- pero no podía mentirle, no podía ser cobarde una vez más. La abracé tan fuerte que parecía una despedida, pero era el inicio de todo este calvario.
No soy muy expresivo, nunca lo he sido, soy bastante concreto y hasta podrían pensar que soy cortante, pero no es por falta de amor o interés, simplemente porque soy así, con ella no era diferente, nunca cambié mi manera de ser, siempre fui el mismo "Ella lo sabía" -dichosa frase- jamás tuve demasiado interés por ella, la quería, es cierto, pero no la necesitaba, no era amor totalmente, le tenía paciencia, calmaba su llanto, aliviaba sus penas, pero no la amaba, eso lo sabía yo y ella. No había un acuerdo pre nupcial, no teníamos nada, éramos amigos, y ya.

Te amo

Cuando le susurré al oído que la amaba, me creyó, no sé si lo sentía, puede ser que sí, es más me lo creía a mí mismo, la veía como la mujer que me acompañaría el resto de mis días y eso era extraño en mí, yo que no quería compartir con nadie mi soledad, era mía y siempre lo quise así.
Tanto amor tenía que terminarse en algún momento - se terminó- pero no terminé con ella, no por pena, tampoco por amor, pero no sabía porque seguía a su lado. Era perfecta para mí, pero no la quería para siempre, no era ella la del problema, siempre fui yo. No podía estar con una sola mujer, no quería, no lo aceptaba, tenía que volar, no quería hacerle daño - lo hice- indirectamente le causé un dolor inmenso, pero no podía quedarme ahí, no quería, eso era todo.

3- diciembre-2012

La seguía viendo, la consideraba tanto, que no me hallaba sin ella, no podía pensar que compartía sus momentos felices con otro, sus manos se entrelazaban y encajaban con otras manos, sus labios besaban a otro hombre y no era yo, aún así me permitía amarla, esbozar su mirada en la mía, compartir sus labios y sus manos, ella no lo quería, me quería a mí, estaba seguro, ese era mi problema, tan seguro me sentí, que la perdí, por eso la perdí.
La conocí un día de aquellos, en donde nada estaba planeado, sonrío y pasó desapercibida ante mis ojos, no me impactó, no me gustó, no la quería, tiempo después no podría vivir sin ella, su manera de caminar era tan peculiar, su perfume, sus manos, su cabello, su manera de hacerme reír, la sentía mía, y por mucho tiempo fue así, ella sonreía por mis ojos, sus ojos brillaban por mí, sus manos únicamente me tocaron con amor, ella era feliz y eso me hacía feliz a mí, pero no podía ser de una, ese era el problema, tenía que compartir mi amor, pensé que ella se quedaría, que lucharía, que no se iría - se fue- tanta pena sin gloria, tantas noches a su lado. 
Programé mis días, mis tardes y mis noches, hablaba con ella de todo lo que quería que supiera, la engañaba con una facilidad, que sentía que me creía todo, era cínico, ciego e hipócrita, la engañaba, no la quería, me engañaba a mí mismo. No sé que hacía, lo único que no quería es que fuera de otro, no quería que su amor sea compartido, no quería que sonría si no era conmigo, maldito egoísmo con el que nací, maldita la hora en la que me enamoré.

Bárbara

Así se llamaba, me parecía una mujer escéptica, admirable, inteligente, era larga, vestía muy bien, culta y preparada, no sabía cocinar pero aprendió por mí, eso me llevó a la gloria, me sentí el ganador de todo su espacio, se entregaba todas las noches con versos y canciones, la hacía mi mujer y la sentía tan mía, que no me preocupaba la cantidad de amigos, el desdén con el que ella se movía, no me importaba porque sabía que era mía - se fue - 
Todas las mañanas me levantaba con un mensaje, me escribía al gmail, me decía que me amaba una y otra vez, jamás se lo dije, porque ella no merecía sufrir, ella no.
Incluía en mi menú de mentiras, mi preocupación y mi desesperación por ella, jamás me había sentido así, pero tenía que superar ese miedo, tenía que dejarla ir - no quería -
La vi dormir en mis brazos y lloró en mis piernas, clausuré todas sus preocupaciones, la abrazaba y sentía que se reconfortaba, le daba besos en las mejillas para que sienta mi amor.
Amor que por ciento no fingía, tampoco era tan mala persona, solo algunas veces, pero ella era una reina sin súbditos y me daba pena, tal vez, dejarla sola. A ella no le dio pena, y se fue.
Por mi bien y por el de ella, la senté una de esas mañanas en la cabañita que compartíamos y le dije que no la amaba, que tampoco me planteaba la posibilidad de amarla, que quería pasarla bien, solo eso, que me gustaba su compañía, que quería hacerle el amor, pero nada más.
Ella asentó la cabeza, me miró y se puso de pie, me dijo, que no había problema, que ella tampoco se enamoraría, caminó y se fue. Quise perseguirla, pero no lo hice, vi que se iba escuchando música, tranquila y me sentí bien. Fui sincero, le dije que no la amaba, merecía saberlo.
Bárbara era una mujer bastante segura, blanca y alta, de ojos cafés, no merecía un amor a medias, pero tampoco merecía mentiras, por eso le grité, le hablé y no le fallé. Ella me falló a mí.
Siempre tenía su cámara y una laptop en la que escribía mucho, me contó que estaba haciendo historia, que le gustaba leer, que quería viajar, que quería seguir soñando, creo que nuestro amor encendió la llama de la aventura en su piel.
Capturaba cada escena de nuestra vida juntos, aunque la veía muy poco, soñaba con ella y sé que ella soñaba conmigo, pasamos un fin de semana juntos, el mejor de todos, fuimos al zoológico, jugamos, bailamos, hicimos el amor como ninguna noche, la tomé en mis brazos y le hice recordar que era la mujer más bella del mundo, le gritaba mi amor, y ella me creía, me creía todo, yo me sentía el dueño de sus pensamientos, de su mundo, el único hombre que la haría gemir - me equivoqué-
Soltaba su mano, cuando yo tiraba de su cintura, me gustaba su cuerpo esbelto, lo besaba y no podía dejar de mirarla, siempre alabé su belleza y su manera de ser, la amaba, sé que la amaba, pero no me di cuenta. Le fallé, sé que le fallé.
Me levantó con un beso y apresurado me despedí, la dejé, sola, no le pedí que me acompañara, ella sabía que no podía hacerlo.
Fui al doctor porque tenía una cita de rutina, no me dijeron nunca que padecía una enfermedad, iba seguro, no me cansaba, era un hombre fuerte - lo soy - no pasó nada, todo bien. 
Me escribió, no le respondí. Podía desaparecer semanas y ella dejaba de escribir, siempre me alegró que entendiera que no podía atenderla, yo era un hombre muy ocupado, no disponía de mucho tiempo, y si lo tenía, trataba de programarlo, para que todo me saliera bien.
Así pasaron cuatro años, entre idas y venidas, establecí un sentimiento con ella, fuerte, muy fuerte.

Se fue

Nunca me comentó nada acerca de sus molestias, yo las sospechaba pero no les hacía caso, pensé que era mi incondicional, que jamás se iría, me equivoqué, me topé tan fuerte con esa realidad que veía llegar que no sabía que hacer, era una epidemia para mí, se demoró en decirme que le dolía mi indiferencia, que no la amara tanto como ella me amaba a mí, me daba tristeza causarle daño, pero no quería que se vaya. Se fue
Dejó de escribirme los correos que siempre esperaba, no se preocupaba por mí.
Le escribí: "¿Dónde estás? - quiero verte, te extraño" no me respondió, pasó un mes y no sabía donde encontrarla, no conocía su casa, había cambiado de celular, no tenía redes sociales, no podía saber de ella, y si tal vez había muerto, no habría soportado tan fatal noticia.
No se había muerto, solo se había dado cuenta que no podía seguir de mi mano, mano que no quería para siempre. Bárbara era tan racional, que cuando discutíamos, era una pelea tan razonable, que conversábamos nada más, era tan injusto seguir con eso, pero no quería dejarla, no quería que se vaya, debía de quedarse un tiempo más, tal vez...
Su coeficiente intelectual le permitió saber que yo no era digno de tanto amor, no podía pedir sin dar, yo siempre de egoísta solo quería recibir, ella me dio el mejor de los regalos, todo su amor y lealtad. ¡La perdí!
Recibí un mensaje en donde me pedía vernos, pensé que volvía con los brazos abiertos, acudí a la cita con la camisa que ella siempre me dijo que le gusté, fue mi inconsciente, no lo hice apropósito, habían pasado tres meses de dejar de verla, estaba más ojerosa y más delgada, tal vez más blanca, pero seguía siendo muy hermosa ante mis ojos, la saludé con mucha alegría, alegría que no era compartida. 
Me entregó una hoja y me dijo: Léelo, no quiero llorar.
Se fue.
Leí la hoja de papel, me explicaba que no podía quedarse en la cabañita que habíamos construido, que todo le recordaba a mí, que mi olor se había impregnado en las sábanas, y que la lluvia le recordaba mi rostro, en la cabañita, llovía mucho, era un lugar alejado, habíamos comprado pintura azul y el techo era de ese color, a veces nos echábamos y mirábamos el cielo juntos. Tal tontería no (?) terminé de leer esa hoja de papel e intenté no llorar. - lloré-
Se despedía de mí, me dejaba, se iba.

Tiempo después

Viajé al Brasil por un tema de trabajo, unos 6 o 7 meses después que Bárbara me entregara esa carta, sentí que alguien me miraba en el pasadizo del aeropuerto, como soy tan despistado, no pude visualizar muy bien quien era, el vuelo se retrasó, me quedé leyendo una revista muy interesante que me trajo un amigo de Finlandia, siempre quise saber más, aprender, leer otras culturas, visitarlas.
Cojo mi maleta, estiro mi mano y en una vuelta, escucho su risa, la veo feliz, sonriendo como jamás lo hizo conmigo, él acomodaba sus cabellos y le besaba la frente como yo nunca lo hice, le besaba los labios con el amor que jamás le profané, ella era feliz y mi corazón se quebró en dos, sus manos le pertenecían a otro, veneraba a otro hombre, y ese hombre no era yo, imaginé que hacían el amor, que dejaba sus cabellos en otra cama, recordé mis mejores épocas en la cabañita. La vi feliz, y eso me dolió, me estrujó el alma darme cuenta que sonreía por otros ojos, que su piel había vuelto a ser la misma, que sus ojos grandes y cafés eran los mismos, pero que brillaban por otro rostro, la vi feliz y no lo soporté.
Escuché muy lentamente que tenía que pasar revisión de equipajes, me levanté molesto y angustiado, sabía que era feliz, siempre le dije que quería eso, pero no me explicaba porque me disgustaba tanto que lo sea, pero sin mí.
Ya en el avión, veía con tristeza mis recuerdos, me había enamorado y no me di cuenta, no soportó mi indiferencia, mi manera tan arisca de amar, mi concepto errado de soledad, aceptó cada una de mis condiciones y se fue, se fue sin mí a esa exposición de pinturas en la que yo fui su mejor cuadro, su mejor óleo, me dejó. Se fue




"Eres la persona correcta en el momento equivocado"