Tenía hoyuelos en la cara, una sonrisa bonita y unos cachetitos que nos llenaban de vida, pero la mirada triste y no sabía por qué, cuando me dijeron que había muerto, sentí que necesitaba llorar, pero desde el fondo de mi corazón, pocas veces lo he hecho desde ese lado, siempre he llorado de rabia, de saber que pierdo, pero que hice mi mejor intento, esta vez perdía, pero no perdía yo, perdía una vida, una vida que había sido parte de la mía.
Siempre he querido emprender, siempre he querido saber todo, los que me conocen pueden dar fe de eso, entonces tenía que hacerlo, me metí de lleno a la empresa familiar, y ahí estaba ella, yo siempre he querido mucho a los niños, me parecen seres pequeñitos, llenos de luz, tiernos, con ojos lindos y una nobleza infinita que al pasar los años los adultos perdemos, le dije a mi mamá si podía ayudarla, me dijo que sí, como confiaba ciegamente en mí, me pidió que viera todo el tema administrativo junto a la coordinadora general, lo hicimos demasiado bien y así pasaron los meses, a veces me decían "miss" y muchas veces me quedaba con los niños que venían a recoger muy tarde, Fernanda era una de ellas, la conocí desde que tenía 4 hasta unos 8 aproximadamente, porque ya cada una tomó un rumbo distinto y a ella la cambiaron de colegio.
Cuando me dieron la noticia de su partida, lo único que recordé y que me hizo caer en un llanto incesante fue cuando la iba a dejar a su casa porque ya se me hacía tarde para ir a la universidad, a mi Fer a veces la dejaban porque nadie la venía a recoger, y yo la acompañaba, no tenía papá y su mamá trabajaba mucho, la nueva suegra de la mamá no la venía a recoger, yo siempre la dejaba cuando una de las amigas de la mamá no la recogía porque también se iba a trabajar, lo recuerdo, porque Fer ponía su manito entrelazada con la mía y me contaba lo que hacía en el salón, yo le preguntaba si había comido la lonchera y hablábamos camino a su casa porque siempre esperaba que alguien viniera por ella, como no lo hacían, tenía que llevarla. Ella siempre me sonrió, me alegraba las tardes, me ayudaba a ordenar mi escritorio, perdóname Fer si no pude hacer mucho más por ti, de verdad habría querido hacerlo, pero tenía 19, no me excuso, pero quizás la juventud no me dejó ver si de verdad te sentías bien o sufrías como muchos me han dicho, perdóname Fer por no haber hecho más por ti.
Recuerdo cuando Jesús y Fernandita se quedaban juntos y ambos querían ayudarme a arreglar mi sitio, a ordenar algunas cosas, yo me sentía muy bien a su lado porque uno le toma cariño a las personas con las que está y más si son niños, siempre pensé que los vería nuevamente, quizás más adelante, nunca pensé que mi niñita de los hoyuelos se fuera antes que yo o tomara una decisión tan dura, no soy quien para juzgarla, quisiera haberla entendido antes o que me pidiera ayuda, pero ya no estaba en su vida y no sé si alguien más pudo ayudarla, aunque ya es tarde para pensar en todo eso, lo único que me causa consuelo es que Fer ya no sufre y es un ángel a lado de Dios.
Vuela alto Fer, el cielo hace una semana recibió un ángel, cuídanos mucho, que nunca te dejaremos de pensar.
Tu miss