miércoles, 23 de enero de 2019

Violentada

Todos los días cuando salía el sol, sentía que golpeaba mi cara con una luz pequeña que me decía: "ríndete" el corazón también me saltaba y ya no podía continuar, de verdad quería rendirme, pero no siempre fue así.

Siempre traté de ser muy aplicada en la escuela y en la universidad, fue ahí donde lo conocí, maldito trabajo de historia que me dio pie para ir a la biblioteca, estaba ahí, yo hablaba con la encargada porque no conseguía un libro que quería y me habían dicho que era pieza fundamental para encontrar mucha información, siempre he preferido los libros antes que el internet, cuando volteé con el libro en la mano, él me quedó mirando, nunca había sentido tanta fuerza en una mirada, desde ahí me manipuló y no me di cuenta, lo saludé con la cabeza porque llevábamos algunas clases juntos y siempre he tratado de ser muy cordial, él volteó sin darme respuesta, me fui.

No lo volví a ver en otras clases, él había sufrido un accidente y se había retirado de ese ciclo, me dio nostalgia pensar que algo le había pasado, no porque sintiera algo por él, solo me dio pena. Lo volví a ver.

Verano

Era de tarde y salí con unas amigas, estaba comprando unos helados cuando sentí que una mano invadía mi hombro, volteé enojada y era él, me quería saludar, me contó lo que le había pasado y se nos fue el tiempo, generé esa mágica conexión con alguien que no conocía, intercambiamos números y hablábamos, me olvidé de mis amigas, ya esa debió de haber sido una razón para darme cuenta lo invasivo que era, pero no fue así, yo estaba "enamorada" "omnubilada" quizás y no comprendía, hablábamos día, tarde y noche, sabía qué hacía, nos matriculamos juntos en todos los cursos, a ambos nos faltaban dos años para acabar la carrera. La terminamos juntos

Viajamos mucho por todo el país, nuestro primer viaje al extranjero fue a un intercambio, esa es una anécdota llena de celos y los primeros golpes que normalicé tiempo después, le comenté que iría a Madrid a estudiar todo un ciclo porque quería conocer otra cultura y era importante para mi crecimiento personal, ya mi yo de adentro me pedía escuchar un "está bien" "anda sola", llegó con la loca idea de ir juntos, cuando ambos estábamos en especialidades distintas, lo aguanté 6 meses, porque era aguante.

No salí en mi estadía en Madrid si no era con él, no tenía amigos, no conocí lugares si no era juntos, pero él fue "mi primer amor" y yo sentía en ese entonces que estaba bien, que era normal, que no debía de qué preocuparme.

La fiesta

En Madrid al finalizar el ciclo, el único amigo que pude encontrar me comentó de una fiesta de cierre a la que iban todos, yo quería ir, pero se lo comenté, él me dijo que no, que era peligroso y que él no quería, le dije que sí iría, que yo quería y que después de haber estudiado tanto lo merecía, me cogió del brazo derecho primero, me estiró la cara y me golpeó tan fuerte contra la puerta que de lo demás no me acuerdo.
Me pidió perdón tantas veces que ya no pude contarlas, regresé a Perú con el alma rota y una familia que me esperaba con globos y pancartas en el aeropuerto, ahí nosotros teníamos un año y algunos meses de relación, a mis papás les caía bien, entonces sentía que les fallaría si les contaba que alguien me había golpeado, cuando bajé del avión corrí desesperada por mis maletas, en mi país ya me sentía segura, busqué a mis papás y los abracé tanto que hasta dolió, me quedé con mi mamá como unos cinco minutos y no podía dejar de llorar, le mentí diciéndole que "la extrañé demasiado" me miró con ese corazón cándido que tiene y con dudas si le mentía, no le comenté a nadie.

El Regreso

En mis cortas vacaciones no quise verlo, sentía que no me dejaba respirar, me llamaba unas veinte veces al día, el tema me cansaba demasiado pero no tenía la fuerza para contárselo o pedirle que me dejara en paz, me escribía por todos los lugares posibles, hasta que fue a mi casa con flores para dar la bienvenida al nuevo periodo en la universidad, ya estábamos en el último ciclo y sentía que respiraba un poco porque no estábamos en los mismos salones pero sí tenía que soportar verlo, todo el amor que sentía se había convertido en rechazo, regresé con él porque no tenía de otra (eso creía) no toleraba que me tocara, pero lo dejaba, no quería que me recogiera todos los días de trabajo pero él se tomaba la atribución de ir por mí siempre, así pasaron otros cuatro meses de tediosa espera y yo seguía de su mano porque no encontraba la valentía de poder irme, de decirle que no lo aguantaba, que lo odiaba pero que también lo quería, no me pregunten sobre cómo me pasó eso, porque nadie lo imaginaba, nadie creía que él podía maltratarme, y sí lo hacía y yo lo permitía.

El amigo

No aguantaba mi vida social, es más no la tenía, todos pensaban que era creída y yo me moría por tener amigos, no podía tenerlos porque siempre me decía que estaba mal, yo no dejé de ser la más aplicada de la clase, pero ahí viene la incongruencia de mi vida, le permití a él decidir por mi vida.
Desde nuestro regreso de Madrid no me golpeó más, pero dominaba mi vida con su mirada, sabía que debía de hacer y cuándo pedir perdón si es que era necesario.
Dos semanas de iniciado el ciclo, sus papás deciden realizar un viaje y se tenía que ausentar por unos cuatro días, yo no podía con la alegría, porque sentía que estaría libre, ese fin de semana que no estuvo salí con una de las pocas amigas que tenía, fuimos a un bar y regresé tan feliz a casa que se me había olvidado que él tenía regreso, como no quería que me llame, dejé mi celular y a mi regreso vi unos cien mensajes y la misma cantidad de llamadas, tanta era mi felicidad que sentía que no quería que nada arruine ese momento, fui a dormir y al día siguiente estaba en mi casa, me asusté horrible porque no sabía que decirle, pero fui valiente, le dije que no quería hablar (no sé de qué valentía hablo).

Esa misma noche, conocí a Alonso, un chico de la facultad, nunca lo había visto, pero tenía la sonrisa más linda y hablamos toda la noche en el bar, era amigo de Ana Lucía, mi única amiga en toda la carrera, él se había encargado de dejarme sola y vulnerable, pero ella nunca se había ido.

Yo solo le dije mi nombre, nada más, porque a mí me revisaban el celular y siempre estuve muy nerviosa por alguna reacción, ya no habían golpes pero sí tenía mucho miedo de que pueda volver a golpearme y ya no saber como explicarle a mis padres lo que pasaba.

No pasó mucho tiempo y Alonso me escribió, estaba entre nerviosa, asustada y emocionada de que me escribiera, no sabía que hacer, pero le respondí, hace mucho no sentía esas mariposas en el estómago,y así fluyó todo, entre risas y un poco de conversación, hablaba con él todos los días, llamadas, textos, todo tenía que borrarlo, pero a ciertas cosas les daba captura y me las mandaba al correo para leerlas cuando podía sentirme triste.

Así pasaron unos 3 meses, y yo no sabía que él tenía la clave de mi correo, vio todas las capturas y nunca lo había visto tan molesto, a no ser en esa oportunidad en Madrid, estaba como loco, me asusté cuando me encerró en su carro, me llevó a su casa porque estaba sola, me arrastró para entrar, recuerdo como empezó todo, primero cogió mi cara, me levantó tan alto que dejé de verlo, cerré los ojos pidiendo morirme, así se acababa todo, qué mal podía haber llegado a estar.

Me estaba pateando cuando su hermana entró, tenía la cara completamente desfigurada, su hermana le gritó para que parara y él no se detuvo, pisó mi mano, pero no sé de donde pude sacar fuerzas, me levanté y llena de sangre fui hasta la puerta, grité tanto que una de sus vecinas salió a socorrerme, tenía el cabello todo enredado, la sangre no paraba, había roto ocho costillas, me había reventado literalemente la boca, me había pateado tanto las piernas que no sabía como estaba de pie, me miraba llorando pidiendo que no lo denuncie, lo denuncié.

Después de todo

Tantas cicatrices que tenía, tanta sangre que vi, solo quería morirme, Alonso me había ido a ver, salí en las noticias, en periódicos, mis papás estaban conmigo, yo solo lloraba, ni siquiera podía hablar, estaba avergonzada, pero de mí, de haber permitido tanto abuso, quería morirme por soportar un puñete, una patada, por cada insulto, por todas las veces que me prohibió salir, por los momentos tan anulados, porque pensé que nadie más podría haberme querido, me convertí en un títere, hacía lo que él quería, no disfrutaba el sexo con él, tampoco estar con él, todo era compromiso, pero ¿qué compromiso? no tenía ni puta idea de lo que sentía, pero seguía con él, estaba mal, no pedí ayuda porque como iba a hacerlo ¿qué vergüenza no? como alguien como yo diría que su novio el perfecto le pellizcaba cada que hablaba de más, o le jalaba el cabello, porque él me "corregía".

Verlo era una tortura, lo tuve que ver en la fiscalía, con los jueces, lo denunciaron por intento de feminicidio, arruiné su vida (pensé) me echaba la culpa de que sufra y no pensaba en mi sufrimiento, me llevaron a terapia, un año entre idas y venidas, pude recuperar algo de confianza, pero siempre estaba nerviosa, no podía mirar a nadie a los ojos, empecé a vomitar la comida, sentía que no quería vivir, pero como un rayo de sol vi a mi papá tan preocupado, recordé el primer puñetazo que me dio y pensé en el hombre que me cuidaba, él nunca me hizo daño ¿cuánto le fallé? a mi papá, porqué le hacía eso, si yo merecía mucho más, había bajado 17 kilos de peso, estaba con un trastorno, no podía más, quise decirle algo a mi papá, pero no lo hice, solo vi y le pedí que me abrazara, lo hizo, tenía 22 y me cuidaba como una niña.

Con amor

Me recuperé, ya quería vivir, no quiero que nadie calle mis lamentos con brutalidad.

miércoles, 9 de enero de 2019

Ocho meses después

Mayo 2018

Decidí que ya no podía continuar, que la vida quería que tenga otro rumbo, dentro de esas idas y venidas el sol se acercó más a mi cara, la lluvia abrazó mis sueños y tomé la decisión que pensé podría cambiar con una palabra (no pasó)
Le expliqué mis motivos, le comenté que no me sentía feliz y que por eso daba un paso al costado, reaccionó como lo pensé me dejó ir y así pasó, no hizo nada, me fui, ya para siempre, me llevé todo lo que le ofrecí, le pedía perdón inconscientemente por no cumplir mi promesa, me estaba yendo y veía que no hacía nada para retenerme, eso me rompió el corazón, pero me fui igual.

Enero 2019

Creo que hay ausencia de todo, de entusiasmo por verlo, de vida por seguir viviendo, de motivos para seguir queriéndolo y antes pensaba tanto en él ¿se dan cuenta? no entiendo cómo pasó todo, no saben la pena que tenía de pensar que iba a dejar de quererlo y ahora que ya no siento nada por él me doy con el portazo en la cara de que sí se puede ir el amor, que te deja, que te aleja, que se va, que de un momento a otro vuelves a ver la luz y que no necesariamente es a través de esos ojos.


No sé

Creo que el sabe que me ha fallado, lo he sentido cuando me ha besado, sus labios ya no son los mismos, no me abraza igual, sin embargo mintiéndome he tratado de pensar en que eso no pasaba.
Su sonrisa ya no es la misma, sus ojos no me miran igual, mi gran amor ha cambiado y no he querido darme cuenta, pero lo siento, ¿Cómo hacía para no sentir eso? ¿Lo sentía?

La historia

Él cambió una mañana gris de octubre, sus manos ya no eran las mías, sentía mucho frío y él no estaba ahí, se fue alejando, pero yo luché hasta el cansancio para poder remediar lo que pensaba tenía solución, no había que darle mucha vuelta, debí de irme en ese momento, pero mi amor era gigante, no tenía límites, para mí no habían otros ojos, yo tenía que estar con él y ahí entras en la lucha entre el corazón y lo que te dice la cabeza, me quería ir pero al mismo tiempo no, luché y luché y ya no pude más, no había esa reciprocidad que quería, había un escudo gigante entre él y yo, no habían lanzas, solo existía indiferencia, me mataba a diario, pero me recomponía, no podía.
Me fui.

La reconstrucción

No podía dejar de llorar, lo hacía sola eso sí, no quería consejos de esos que siempre te dan y te dicen que tú podrás salir adelante, que te puedes levantar, que la vida es así, no quería nada de eso, solo quería llorar y también está bien, llorar hasta que ya no haya más lágrimas, lloraba recordando, leyendo, escribí muchísimo, lloraba y lloraba, hasta que un día ya no habían más lágrimas, pero aún había dolor ¿Qué podía hacer con eso? empecé a ver otras cosas, salir con otra gente,no sé si a todos les funcione, a mí sí, empecé a apostar por mí un poco más, hice una pequeña lista de pendientes que tenía, proyecté viajes que aún no se han dado pero que quiero hacer, leí otros libros, empecé a manejar, ya no revisaba tanto mi celular, dejé que el amor fluyera y pueda irse, así pasó.

Mi corazón lo dejó ir

Entre esas idas y venidas, el amor fluyó y es correcta la frase que dice: "Quien mucho se ausenta, pronto deja de hacer falta" y así fue, lo olvidé, no necesitaba escuchar su voz, no sentía la necesidad de verlo, pasaron los días, las semanas, los meses y todo se veía más claro, el corazón ya no dolía tanto, porque si dolía, aún dolía su partida, su falta de querer, yo sentía que lo merecía todo, pero que no recibía nada, me di con la sorpresa atónita que le daba igual tenerme o no, pero ese mismo día que entendí eso; también me di cuenta que no era su culpa no estar, siempre fue así. El problema era yo que seguía esperando su gesto, como si no lo conociera.