jueves, 25 de agosto de 2016

Mi gran despedida

Cuando ya todo se había solucionado, quería recuperar todo el tiempo que tal vez había perdido escapando de sentimientos, solo quería amar y así lo hice, pero me estampé contra la pared nuevamente porque el amor seguía ahí, yo lo amaba, lamentaba sus distancias, sus idas y venidas, su manera tan peculiar de demostrarme su cariño, he llorado lo que tenía que llorar, he tomado distancia, no lo he logrado y aún sigo luchando porque sigo pensando que quizá ya no sienta lo mismo y puede que sea verdad.

Cuando permitió que me fuera sin pedirme que me quedara, mi corazón se rompía muy adentro, mis sentimientos, mi manera de verlo, quizá me amaba pero no me quería hacer daño, quizá me digo eso para no sentirme más mal, o tal vez sea verdad y en el fondo lo sepa, ya no le busco explicaciones para tal decepción y aunque sigue aquí, no se ha ido, aunque se ha quedado mi amor ya no es el mismo.

No siento lo mismo y no es por su culpa es porque quizá me di cuenta que esperé demasiado de este amor que tal vez estaba destinado a perder, a no ser, habían señales y puede ser que la última haya sido la decisiva, ahora con mucha alegría quizá puedo decir que ya no estoy atenta a una llamada, a un mensaje, duermo más tranquila, amándolo aún pero no esperando que me ame o corresponda este amor, no quisiera seguir rogando o mendigando cariño, cariño que sé que ha sido mío, no quiero presionar absolutamente nada, tal vez le debería de pedir perdón porque confié mucho en este amor, porque me entregué, no salgo completa, me voy rota, partida, me voy porque así lo he decidido, creé una falsa historia en mi cabeza, y también en mi corazón ¿para qué?

Siento un triplete de emociones, pero estoy viva, alegre, feliz, tengo un corazón roto, pero hay una mitad que se va a resarcir, estoy siendo fuerte, quizá más fuerte de lo que pensaba, me siento tranquila y me asusta, cuando lloré por todo lo que sentía, también se iban con mis lágrimas esas mariposas que había sentido por tantos meses, esas noches enteras pensándolo, esas veces que no llamaba y lo esperaba, todas esas veces que quizá sin querer me había plantado. He reaccionado distinto, tengo más valor, más paz y me va bien.

No lo culpo, yo sabía como pensaba y puede que piense así por muchísimo más tiempo, se quedó a mi lado, me eligió por días, tardes y noches, me voy feliz por eso, porque sé que su corazón también me perteneció, ya no hay más lágrimas, no hay nudos en la garganta cuando escribo de ti mi amor, tienes que estar contento, ya no lloro por lo que no fue, ya no duele, y quizá eso querías, tal vez sin quererlo permitiste que me olvidara de ti y sé que te hace feliz que yo esté tranquila, te he amado de esas formas incondicionales, de cuentos, de fidelidad, de entrega y de esa misma manera me voy, sin hacer ruido en tu corazón sin dañarte, porque no podría hacerlo, te he pensado y te he querido.

Tú menos que nadie merece sufrir por amor, tú que tienes una manera distinta de expresar tus sentimientos, no hay forma más linda de decirte adiós, que yéndome lento, así como llegué a tu vida, sin lastimarte, sin dañarte, yéndome feliz, con esa sonrisa que siempre te gustó, con esa manera linda de mirarte, con los mejores deseos para esa mitad de corazón que dejo después de tanta lucha, con tanta fuerza y sin lágrimas en los ojos, encontré en ti lo que jamás pensé ver, he aprendido a cerrar mis ojos y encontrarte, a pensarte por las noches sin dolor, a reírme de tus formas lindas de decirme que me quieres, no te sientas mal, yo estoy bien.

Gracias por este amor que me acogió cuando más lo necesitaba, te amo, quizá por mucho más tiempo aún, pero estoy fuerte y feliz, estable, que nada detenga lo que tenías planeado, tal vez sea un obstáculo, quizá no, tal vez te sume mucho y tú también ¿te acuerdas? no importa, sigo agradecida por este amor, por las sonrisas, los detalles, las mañanas, las noches, los abrazos, sería una lista inalcanzable de momentos lindos, gracias, quizá sólo sea eso.

Sigamos volando.

jueves, 11 de agosto de 2016

Fortaleza

Había una necesidad de decirle tácitamente todo lo que sentía, de abrazarlo, de desgarrarme en sus brazos, de decirle que ya no aguantaba tantas punzadas en mi alma, porque no era el corazón nada más, latía hasta mi más profundo átomo por su amor, por el cariño, la costumbre ¡qué se yo!
Era tarde, habíamos acordado cenar juntos, casi siempre lo hacíamos, lo vi, me vio, me estrechó con un abrazo, había olvidado todo y quería besarlo nada más, pero no podía hacer eso, tenía que decirle lo que venía pensando hace meses, había practicado un tipo de argumento que verdaderamente no utilicé, porque cuando empecé; lloré de una manera desenfrenada, recordaba las noches en las que solo lloraba y recordaba también que él y todo lo que sentía era el motivo de mis lágrimas, ahora un poco más calmada, puedo escribir sin ese atasco en la garganta, puedo escribir sin llorar, más tranquila, menos saturada y con un poco más de amor propio, porque no sé si dejé de amarme para amarlo a él, tal vez no fue así y estoy siendo injusta conmigo misma.

Después de haber conversado y fue ese el primer proceso de despedida, le cogí la mano, la extendí y le mencioné el tema; le dije explícitamente "Tenemos que conversar", sus manos temblaron un poco y su mirada se fue, le dije que lo amaba y que sabía que él no, sé que me quiere, que le duele mi sufrimiento, sé que hasta me puede adorar, porque soy esa chica perfecta, pero no quiere quedarse conmigo, un pensamiento que respeto y que conocía desde siempre, desde aquel momento en que empecé a amarlo, por lo tanto, también fui responsable de tantos sentimientos, fui yo la que se enamoró y tenía que ser yo la que debía de irse, porque no es justo, porque él no lo merecía, yo sabía bien como debíamos de manejar esta relación, pero fallé, como casi siempre lo hago.

Nos acostumbramos a hablarnos bonito, a preocuparnos por el otro, a celebrar esas fechas, a tener citas amorosas, a cogernos de la mano, a besarnos y darme un beso en la frente, a llamarnos si algo nos pasaba, si no era amor, no sé que otra cosa podría ser, tenía una suerte de relación en donde nadie se metía porque nadie la sabía, en donde no exponíamos nuestra vida privada, porque éramos únicamente los dos, un corazón que latía por dos y era lindo, pero empecé a amarlo y aunque fortaleció la relación, también la debilitó, también me hizo vulnerable a sus actitudes, me hizo sensible a su falta de reciprocidad, a sus idas y venidas, a sus fotos, a sus salidas, a todo, él que me conoce mejor que nadie, él que detuvo mi caída libre, sabía que me lastimaba, pero no tenía de otra, tenía que hacerlo, yo debía de aterrizar, debía de conocer que cosa sí y que no.

Lo asimilé, medité y me dispuse a decirle que lo amaba, en el fondo de mi corazón aún guardaba la esperanza, que no me dejara ir, que todo ese amor que sentía, le permitiera apostar por mí, había esa pequeña esperanza en mi mente y sobretodo en mi corazón, ¡fallé! nuevamente, no pasó, cuando lloraba, sigilosamente limpiaba mis lágrimas, me pedía que estuviera tranquila, que no quería verme triste, que le dolía, que no lo soportaba, que podía aguantar todo, menos verme llorar, mis manos lo acariciaban y entendía tras ese golpe que había tomado la mejor decisión, me iba de su lado, y sabía que me extrañaría, pero que él era más fuerte que todo este amor, ese corazón que se unió se estaba separando, que esas manos ya no se entrelazarían más, las sonrisas, los regalos, los abrazos y los besos en la frente quedarían como el mejor de todos mis recuerdos, esa complicidad que habíamos formado juntos, se iba a quedar, me pidió ser su amiga, lo acepté porque siempre convenimos en eso, le dije que no se sintiera mal, que yo lucharía incansablemente por armarme de más valor y seguir siendo fuerte, feliz.

Estaba regresando a mi casa, y ya no habían más lágrimas, escuchaba una de las canciones con las que había llorado en demasía y no había más llanto, me liberé por fin, le pude decir a mi gran amor que lo amaba, pero que ya no soportaba esa situación, me iba por amor, pero lo sobrellevé, no lloraba más, no había pena ni dolor, mi corazón estaba fuerte, mi vida continuaba y sabía que podría enamorarme nuevamente, tal vez un poco más pensante, pero me enamoraría nuevamente, le agradecía a la vida que en mi camino haya estado él, regresé fuerte y decidida.

Aún siento pena, pero de distinta manera, tal vez llegué tarde a su vida, quizá no debía de quedarme, ya no le busco más respuestas, cuando las buscaba, fallaba, mejor dejarlo así, si fui feliz, eso importa, nada más que eso.